El tren a su paso junto a Alcanadre.

Llegar en tren

“Hay ciudades a las que merece la pena llegar en tren. Monforte de Lemos es una de ellas”, leo en un texto de Javier de Frutos publicado en El Salto. Hay pueblos a los que también. Aunque sean pocos los trenes que llegan. Mi pueblo es uno de ellos.
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Si se acerca a Alcanadre desde el sur, dejando a su espalda la sierra de La Hez, enlace con la N-232, verá un paisaje de viñedo y cereal con olivos en los últimos kilómetros. No esta mal.

Si llega desde el norte, se topará con el Ebro y tendrá que cruzarlo por el puente de Lodosa para llegar por carretera al monte el Viso, justo encima de la vía que discurre entre el monte y el río. Antes habría cruzado Usted el río en barca. Una barca de sirga grande y hermosa que se llevó una crecida hace ya medio siglo y que nadie puso interés en recuperar. Llegar por esta ruta era más bonito antes que ahora, aunque desde El Viso se tienen buenas vistas.

La antigua barca que cruzaba el Ebro para llegar a Alcanadre.
La antigua barca que cruzaba el Ebro para llegar a Alcanadre.

Desde el este, puede venir también en tren, Castejón-Miranda. Solo me agrada el paisaje de huertas de los dos últimos kilómetros, entre el nacimiento del canal de Lodosa y el pueblo. A la derecha, entre la vía y el Ebro, las huertas, y a la izquierda, encaramado en la ladera, el pueblo.

También puede llegar desde el oeste y en tren. Al dejar atrás el paisaje industrial del polígono de El Sequero, en San Martín de Berberana, la vía discurre encajonada entre el monte de La Mesa o de La Serrezuela, los cortados de Aradón, donde anidan los buitres, y el Ebro, para abrirse luego en la chopera de Peñacasa a la izquierda y las viñas, huertas y olivares de El Prado y Cascajo, justo antes de ver, al fondo, el pueblo. A mí esta es la entrada que más me gusta.

La información de Renfe indica que ahora hay tres trenes que llegan a Alcanadre desde Castejón, a las 8:01, a las 16:17 y a las 19:25. Desde Miranda solo hay dos, a las 15:33 y a las 20:50. Con estos horarios puede Usted programar una excursión en tren desde cualquier lado y pasar una tarde en el pueblo. En cuatro horas puede, acercarse hasta la ribera en la que estaba la barca, pasear entre huertas, callejear, acercarse hasta el olivar y todavía podrá descansar un rato, tomando un vino o lo que le apetezca, antes de bajar a la estación y volver a casa, con calma. Recuerde elevar la mirada al pasar por los cortados de Aradón, por si hay buitres o bajarla hacia el río, si marcha camino de Calahorra, para ver la presa en la que nace el canal de Lodosa.

Llegar en tren a Alcanadre, por uno u otro lado, es llegar a ritmo lento. Las angosturas por las que discurre la vía impiden ganar velocidad al convoy. “Fui consciente de un asunto muy obvio que con frecuencia pasa desapercibido: el estado de ánimo de quien pasea determina el sentido de lo que contempla”, escribe Javier Frutos en su artículo “Cruz y bullicio”.

Si Usted tiene prisa por llegar o marchar, debe tomar la carretera. Lo mismo si su ánimo no está para el sosiego y la calma, porque no verá nada de todo esto que aquí le vengo contando. Lo que Usted necesita es que le pongan, cuanto antes, vías al AVE. Y una tila.

Emilio Barco
En Alcanadre, parado en las barreras esperando a que pase el tren
23 de junio de 2021, noche de San Juan

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