En los valles de la sierra
se oyen flautas y tambores,
zambombas y panderetas,
y un trinar de ruiseñores.
Cantando por las veredas
va un tropel de labradores,
con sus hatillos al hombro,
llenos de lentisco y flores.
Déjame al niño, María,
déjame un rato con él,
deja que mire sus ojos,
tan dulces como la miel.
Con sus rebaños de ovejas,
también vienen los pastores,
cargados de leche fresca,
de lana y de requesones.
Un ángel de piel morena
con alas de mil colores
viene anunciando la nueva
en medio de los alcores.
Déjame al niño, María,
déjame un rato con él,
deja que mire sus ojos,
tan dulces como la miel.
Guiados por una estrella
dorada y resplandeciente
los tres Reyes Magos llegan
viajando desde el Oriente.
Traen el oro de sus tierras,
de sus templos el incienso,
y la mirra oscura y negra
que es su más valioso ungüento.
Déjame al niño, María,
déjame un rato con él,
deja que mire sus ojos,
tan dulces como la miel.