Portugal ya tiene Estatuto de la Agricultura Familiar ¿Y el de España pa’ cuándo?
Los productores de España llevan años pidiendo una legislación específica que reconozca el valor de la agricultura familiar y la proteja. También hacían este llamamiento nuestros vecinos portugueses, hasta que el verano pasado consiguieron que se aprobase el Estatuto de la Agricultura Familiar. Analizamos las luces y las sombras de este documento que, a pesar de todo, despierta envidias en el campo español.
Los datos en torno a la agricultura familiar mundial son difusos pero gigantes: a pesar de la dificultad de medir este modelo de producción de alimentos, la FAO consigue estimar que más del 90% de las explotaciones son familiares, éstas ocupan entre el 70 y el 80% de las tierras de cultivo y cría, y en ellas se produce cerca del 80% de la alimentación mundial.
Sin embargo, el imaginario colectivo sigue empequeñeciéndola por ignorancia, confundiéndola con la agricultura de subsistencia o con la de autoconsumo y relacionándola con países con altos índices de pobreza. Nada más lejos de la realidad: también en España la mayor parte de las explotaciones, superficie y alimentos pertenecen al modelo familiar.
¿Qué es agricultura familiar?
Para empezar, expliquemos qué es agricultura familiar. No hace falta teorizar mucho ni recurrir a índices petulantes. Nada mejor que la definición que en su día hizo una de las voces rurales más conocidas de nuestro país, el académico Tomás García Azcárate: «La agricultura familiar es aquella en la que las decisiones se toman en torno a la mesa de la cocina y no alrededor de la mesa del consejo de administración”.
Es la agricultura y ganadería que las grandes multinacionales muestran en sus anuncios publicitarios, la que produce alimentos que te hacen sentir orgulloso de tu pueblo y vecinos, la que los niños de la ciudad visitan cuando en el colegio quieren enseñarles qué es el campo. También es la maltratada por la gran industria y distribución alimentarias, la hostigada por la burocracia y la que pide una Ley propia para defenderse de todo ello.
El Estatuto portugués
En Portugal también la pedían desde hace tiempo, concretamente desde 2014. En 2017 el Gobierno de izquierdas presentó un primer borrador del “Estatuto de la Pequeña Agricultura Familiar” que levantó muchas ampollas. En primer lugar, por el descaro de menguar (una vez más) la agricultura familiar con ese nombre. En segundo, porque, según denunciaron organizaciones lusas, amparaba a una parte muy pequeña del conjunto de explotaciones familiares. Las quejas fueron recogidas, al menos en parte, y en agosto de 2018 vio la luz el Estatuto de la Agricultura Familiar.
El documento final fue ambicioso al involucrar en su desarrollo a todos los Ministerios (aunque casi un año después siguen sin desarrollar acciones que lo ejecuten). Sin embargo, no lo fue lo suficiente porque en la práctica deja fuera del Estatuto a una gran parte de las explotaciones familiares, tal y como denuncia la Confederación Nacional de la Agricultura (CNA).
Parece que el principal problema es que el Estatuto salido de los despachos no se adecúa a la realidad del campo. Vaya sorpresa. Todo un ejemplo de esto es que el registro como “Agricultor/a Familiar” ha de hacerse a través de un portal informático, ignorando así la evidente brecha digital -tanto por la falta de acceso a Internet en muchas zonas como por la avanzada edad media de los productores y su desconocimiento de las nuevas tecnologías- que sufren en los pueblos portugueses tanto como en los españoles.
Además, la CNA señala que los requisitos económicos tampoco son adecuados. El techo del total de ayudas percibidas de la PAC es de 5.000 euros y la renta total del hogar no puede superar los 25.000 euros al año, por lo que el Estatuto deja fuera a una gran parte de las granjas familiares.
Por último, la CNA también denuncia que el Estatuto carece de perspectiva de género y no atiende a la situación urgente de las mujeres en el campo. Alfredo Campos, miembro de la dirección de la CNA, explica que “en la agricultura a tiempo parcial, muy extendida entre las explotaciones agrarias portuguesas, a menudo al menos un miembro de la familia tiene que trabajar fuera de la explotación, o emigrar, porque gran parte del valor de su producción va para el bolsillo de la industria y de la distribución […] es, en la mayoría de las situaciones, la mujer quien trabaja a tiempo completo y es, en muchas ocasiones, la responsable efectiva de la explotación familiar, sin que tal sea reconocido y mucho menos en cuanto a la titularidad de las tierras”.
Más pasos en Portugal y en el mundo
El Estatuto de la Agricultura Familiar no es la única regulación de la que disponen nuestros vecinos. Desde la semana pasada, además, los lusitanos también cuentan con un Estatuto del Joven Empresario Rural, el cual ofrece un “acceso prioritario a iniciativas de redes de estímulo y apoyo al emprendimiento, a centros de incubación y aceleración de empresas y a formación profesional específica”, según explicó el propio ministro de Agricultura, Bosques y Desarrollo Rural, Luís Capoulas Santos.
Portugal también ha llevado este compromiso con la agricultura familiar a sus países de influencia. De esta forma, las Comunidades de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) firmaron en 2017 las “Directrices para el Apoyo y la Promoción de la Agricultura Familiar en los Estados Miembros de las CPLP” y en 2018 celebraron una reunión de alto nivel de la que saldría la “Carta de Lisboa para el Fortalecimiento de la Agricultura Familiar”.
A nivel mundial estamos en un año decisivo. Después de un primer paso dado por la ONU al celebrar el Año Internacional de la Agricultura Familia en 2014, las Naciones Unidas decidieron programar que el Decenio Internacional de la Agricultura Familiar comenzaría en 2019.
Este período comenzará oficialmente con la celebración de una convención en Roma los próximos 27, 28 y 29 de mayo. En dicho acontecimiento, como no podía ser de otra manera, también participarán representantes de la Administración española. ¿Anunciarán por fin un avance para la agricultura familiar de nuestro país?
No hay que pensar mucho, que cojan eso cómo base.Y a partir de ahi.
Con las heladas del 57 muchos agricultores, al morirse los olivos y los algarrobos, centenarios,se fueron a Francia a trabajar, abandonando sus tierras, algunos muy pocos, plantaron pinos y el gobierno de Franco mirando las musarañas, en vez de aprobar un plan de apoyo con empleo para repoblarlo todo, algo si se hizo, por eso tenemos bosques de pino carrasco en el Mediterraneo. Pero poco más y aqui estamos en 2021, empezando de nuevo, con varios millones de agricultores en Europa. Y no me hableis de Franco, muchos que lucharon en el 36 con él tambien tuvieron que irse.