Parecidos razonables: La sensacional semejanza entre personas y animales
Pablo Hernández de Cos (Búho Real)
Dentro del enorme bosque de piedra de la ciudad, el presidente del Banco de España vive en un sitio privilegiado del centro, al lado nada más y nada menos que de una diosa. Se diría que ha elegido el mejor hueco del tronco para vigilar a sus presas. Altivo y seco en sus modales parece que solo gira el cuello 180 grados cuando le perturba algún ruido de unos seres que parece considerar inferiores. Y solo se deja ver en los momentos cruciales en los que sus semejantes quieren vivir un poco mejor. En el instante en que a los más pobres se les sube el sueldo un poquito. Entonces se lanza con sus potentes garras y sesudos estudios realizados por su tropa de fieles y se muestra agorero y especialmente duro con los que quieren apostar por la igualdad.
Lo curioso es que por su aspecto no parece muy acertado compararle con el impresionante búho real, pues más que presidente parece un administrativo aplicado o un escribiente de notaría. Se echa de menos que no defienda más a sus semejantes menos poderosos cuando desde otras atalayas que conoce perfectamente se abusa de ellos. También se le define como supervisor, pero mientras que el Gran Duque controla el menor sonido, y examina todo su territorio, De Cos solo parece poner oídos cuando la fauna más indefensa quiere progresar.
Al igual que el búho real es un señor muy serio y uno diría que no ha sonreído en toda su vida, aunque quizás lo haga en privado cuando reciba su nómina anual de cerca de 200.000 euros. Y lo mismo que la gran rapaz nocturna se cree haber nacido para ser el que manda y que todo lo que hace es incuestionable. Al búho se le asocia con la sabiduría, pongamos en duda razonable a Cos.
Los jueces (Lobos)
La mayoría se ha reunido en varias manadas afines para tener más fuerza y así protegerse de algún oso, pues es el único enemigo en España capaz de plantarle cara pero nunca lo hace. Así que están en la cúspide de la cadena trófica y como tal son reguladores de los ecosistemas. Además también ejercen de policías sanitarios. Cazan animales que hospedan enfermedades que pueden contagiar al hombre, pero en ocasiones pueden llegar a no frenar alguna. Lo hemos visto con el Covid-19, pues mientras los políticos asesorados por los científicos intentaban restringir alguna actividad nocturna pensando en la salud, los había que anulaban las restricciones con la seguridad de que nadie les iba a rechistar y que su decisión iba a misa, nunca mejor dicho.
Muchos de sus comportamientos son contradictorios. En algunos lugares atacan al ganado doméstico y en otros se alimentan de piezas salvajes como el ciervo, corzo y jabalí. El macho alfa y los de alto rango de la manada no están dispuestos a ceder su puesto a sus semejantes hasta que no se le derrote por la fuerza o decaigan por enfermedad o cansancio. Escalar hasta la cúspide no ha sido fácil y conviene seguir manteniendo sueldos magros. Y como todavía hay numerosos políticos que los jalean, pues ahí siguen en hermandad.
Como son los depredadores más poderosos de España de norte a sur y de este a oeste, se mueven por el terreno que les place y los mismo abren sus fauces para devorar un ratón que un ungulado. Si una alcaldesa vende a un fondo buitre unos pisos construidos con el dinero de todos y deja tirados a los más desfavorecidos, pues no pasa nada, no es culpable. Y a ver quién les tose. Si algún otro descarriado no considera delito que se graben las partes íntimas de mujeres orinando, pues tampoco sucede nada, lo ha dictado así porque le ha salido de las narices sin necesidad de olfatear el terreno. Para tales dictados se valen de vericuetos, senderos farragosos y llenos de maleza, parecidos a los del lobo, casi inexpugnables para el ciudadano de a pie.
Al igual que sucede con los lobos, son necesarios para el equilibrio de nuestros ecosistemas, pero lo peor es cuando reunidos casi siempre en manada y algunas veces en solitario cometen tropelías como los ataques a vacas, ovejas, cabras y demás ganado. Los que aúllan, los de cuatro patas, acaban de ser protegidos y nadie puede cazarlos; los de dos siempre fueron intocables, lo saben y así se comportan, ya sean jóvenes o viejos. Lo llevan en la sangre. Parecen haber estado siempre confinados en estado de alarma a juzgar por el retraso endémico en las resoluciones de los miles de casos que abarrotan los juzgados. Y como sucede con el cánido tienen sus defensores y detractores, aunque en el caso de los togados pierden por mayoría de estos últimos.
Antonio Garamendi (Pachón Navarro)
Es noble, fiel y cariñoso con la familia y sus semejantes. Muy metódico buscando su presa, resulta menos ansioso que otras razas como el pointer. De costumbres muy previsibles sorprendió hace unos meses cuando en lugar de corretear por terrenos llanos se tiró al monte. Sensible y educado en sus modales, había conseguido sintonizar con los que se mueven a su izquierda, llegando a notables acuerdos, a pesar de ser criticado por otros de su casta más duros y amigos del choque.
Quizás cambió de actitud el día que el pachón navarro estuvo practicando el arte de la cetrería que consiste en levantar las piezas para que el halcón caiga en picado sobre ellas y las cace a 250 Kms/h. Quizás se fijó en la destreza de la rapaz más rápida del mundo y ha decidido actuar como ella, como un halcón en los últimos tiempos. La mutación del presidente de los empresarios ha desconcertado a los que negociaban con él el futuro de muchas personas. Y, sin embargo, se le ha aplaudido desde sus filas sin que se haya puesto a llorar como una Magdalena cuando otros empresarios lo recibieron con un fuerte aplauso como signo de apoyo a su gestión o a sus declaraciones quizás mal interpretadas según él sobre algunos habitantes díscolos del noroeste de España.
Persona de fuertes convicciones y hasta un poco cabezota como el perro de muestra español, lo de echarse al monte quizás se entienda por la presión que ejercen sobre él los que quieren engordar antes sus carteras. Y ante el asombro de los últimos llegó a decir que era muy normal negociar con una comunista. Aquello era buen talante y una apuesta firme por la cercanía como así se porta nuestro fiel amigo el pachón: nada arisco.
Teodoro García Egea (Arrendajo)
Creo que el secretario general del Partido Popular no ha hecho méritos ni tan siquiera deméritos para salir en estas páginas, pero como sí ha montado mucho bullicio merece nuestra atención. Repetitivo y desagradable en su vocablo es el fiel retrato del córvido que en ocasiones llega a desesperarte en el bosque por sus constantes voces, de forma especial si los padres llevan crías recién emancipadas.
Desconozco si en terrenos donde hay olivos se alimenta de aceitunas comiendo el fruto y escupiendo el hueso. En los bosques donde hay bellotas, nueces y avellanas las abre con su fuerte pico, se come lo de dentro y tira las cáscaras. El arrendajo es oportunista y no duda en robarle la despensa a otros semejantes y variada fauna sin ofrecer nada a cambio. En este sentido, parece que el popular ha evolucionado pretendiendo hacerse tan influenciable como el cuervo entre los de su género.
Como luce unas plumas realmente bonitas en las alas, pretende que le admiren también con un discurso desagradable y vocinglero y cuando intenta sorprender y apabullar a su rival, ésta lo pone en su sitio con menos palabras, pero más claras y contundentes.
Se inventa todo tipo de estrategias e incluso mentiras para conseguir gobernar alguna vez el bosque, pero a pesar de su insistencia tiene que tener mucho cuidado pues un zarpazo del más poderoso azor lo puede dejar fuera de juego en unos segundos. Es un pesado.
Yolanda Díaz (Azor)
La eficaz y serena vicepresidenta segunda del Gobierno no hace apenas ruido, pero no por ello hay que desdeñar sus infalibles movimientos en el bosque de la política. La hembra del azor, como sucede con muchas aves de presa es más grande que el macho y se atreve con trofeos mayores cuando sale de caza. Debido a la forma de las alas y de su cola, zigzaguea entre los árboles como pocas otras aves hasta que consigue su objetivo.
Desde su atalaya muestra una paciencia infinita hasta que tiene la presa a su alcance, no sin antes haber medido las mejores posibilidades para hacerse con ella.
A diferencia de los picados al aire libre y limpio de matorrales del halcón, el azor habita entre las sombras del arbolado para que nadie descubra su estrategia. Sus semejantes más pequeños, como los gavilanes, lo admiran y quieren juntarse con ella, pero se hace la despistada porque en ocasiones compiten por las mismas piezas.
Quizás haya sido la mayor sorpresa del gobierno de Sánchez, porque lo mismo que el azor se camufla entre robles y pinos, era bastante desconocida para las personas que vivían fuera de Galicia. Sin embargo, ahora está muy valorada por muchos españoles por sus atributos y buenas maneras. ¡Que les pregunten a los ornitólogos de lo que es capaz de hacer el azor! En mi opinión es la rapaz que menos intentos falla cuando quiere conseguir una presa.
Créditos fotografías
Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España. Autor: Banco de España (CC).
Búho, en Cabárceno. Autor: El Diario Rural.
Mazo de juez. Autor: George Hodan (CC).
Un lobo ibérico, en el Centro del Lobo Ibérico en Zamora. Autor: El Diario Rural
Arrendajo. Autor: Paco Gómez (CC).
Teodoro García Egea. Autor: Partido Popular (Flickr).
Yolanda Díaz. Autor: Delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha (CC).
Antonio Garamendi. Autor: Fundación Cajasol (CC).
Lula C. C., un pachón navarro propiedad de Jorge Cabello cobrando la perdiz. Fotografía cedida por el Círculo de Cazadores y Criadores del Pachón Navarro y pachonnavarro.com
Azor. Autor: Javier Díaz Barrera (CC).