Luces y sombras para el campo del decreto anticrisis
Hemos inaugurado el año 2023 con un nuevo Real Decreto de medidas anticrisis para responder a la guerra en Ucrania. Nadie puede decir que este Gobierno no esté actuando de forma ágil, valiente y decidida ante las muchas adversidades que ha tenido que afrontar desde sus inicios. El nuevo paquete contiene más de treinta medidas, de las cuales, dos de ellas se dirigen de manera directa al sector agrario y ganadero, una al sector pesquero profesional y una está dirigida a poner freno a la inflación sobre los alimentos. No podemos olvidar que estamos ante una inflación de costes, por lo que las medidas clásicas no nos sirven.
La primera medida se refiere a la rebaja en el precio del gasóleo de uso agrario. Ahora que los precios de los carburantes empiezan a moderarse, la ayuda generalizada de 0,20 euros por litro de combustible, se ha redirigido a los sectores más afectados entre los que figura el sector agrario, ganadero y pequero profesional. Los agricultores y ganaderos tendrán derecho a la devolución de estos 0,20 euros por litros de gasóleo destinado exclusivamente al uso agrario por el que el agricultor o ganadero ya obtenía la devolución del 81% de la cuota del Impuesto Especial de Hidrocarburos.
La medida es razonable, efectiva y beneficiosa para el agricultor. El Gobierno utiliza un método de devolución ya existente, lo que agiliza el procedimiento, y establece una fórmula de tramitación y cálculo favorable al agricultor. Tomará como referencia para el abono el consumo ya realizado en 2022 por estar ya cerrado, aunque con la ayuda se pretende apoyar la actividad de 2023. Cuando el agricultor solicite a partir del 1 de abril la devolución de esta parte del impuesto, la Administración de Hacienda le sumará lo correspondiente a los 0,20 euros por litro sobre el consumo del año 2022. Además, las explotaciones agrarias que tengan vehículos de transporte terrestre autorizados, como puede ser una furgoneta para transportar mercancía ligera, o un camión de menos de 7,5 toneladas, se pueden beneficiar de una ayuda directa a tanto alzado.
Compensar el alza de los fertilizantes
La segunda medida es una ayuda extraordinaria para compensar el incremento del coste de los productos fertilizantes. Evidentemente el objeto de la ayuda es positivo y necesario, y en último término, pretende apoyar con los costes de producción para que la ayuda se traslade al precio que pagan los hogares por los alimentos. Pero lo que en este momento conocemos a través del decreto genera algunas sombras y dudas.
Es la práctica habitual de este Ministerio, por lo que estoy seguro que antes de publicar las bases de la convocatoria, habrá un diálogo con las Comunidades Autónomas que podrá mejorar algunos aspectos. La ayuda se otorgará en función de las hectáreas consideradas elegibles para el cobro de las ayudas directas de la PAC 2022. Se establece una ayuda de 22 euros por hectárea de secano y 55 euros para regadío. A partir de aquí empiezan los problemas.
Habría que saber de dónde salen estos importes y si no sería más adecuado diferenciar tipos de cultivo. De lo contrario acaba siendo una ayuda a tanto alzado que puede tener poco que ver con el consumo real de fertilizantes. Hablamos de productos fertilizantes, por lo tanto, podemos considerar que entran también todo tipo de fertilizantes orgánicos. Parece criterio de admisibilidad haber cobrado ayudas directas de la PAC, pero hay explotaciones de producción ecológica, o superficies de viñedo o frutales que no cobran ayudas directas, pero sí reciben pagos compensatorios o ayudas de producción ecológica o integrada. Por lo tanto presentan declaración de la PAC, pero no parece que el decreto lo prevea.
Rebajar el IVA para bajar la inflación
Vamos con la tercera medida y que más noticias está generando. La rebaja del IVA sobre ciertos alimentos básicos. El objetivo de la medida es frenar la inflación sobre los alimentos, pero los precios de los alimentos solo irán bajando de forma generalizada cuando los costes de producción en todos los eslabones de la cadena se hayan moderado. A esto contribuyen las medidas de control de los precios de la energía o las ayudas sobre los fertilizantes. No podemos olvidar esto, porque si producir un litro de leche cuesta 0,60 euros y sobre esta cantidad hay que añadir todos los costes de todos los eslabones de la cadena hasta colocarlo en las estanterías de los comercios, es imposible que baje de 1,10.
Por ello y sobre la base de esta realidad me he posicionado en varias ocasiones diciendo en primer lugar que había margen fiscal para actuar y en segundo lugar, que de todas las medidas barajadas para controlar el precio de la canasta básica, una rebaja del IVA controlada y temporal, combinada con apoyo a la cesta de la compra para las familias con mayores dificultades era la opción más directa y rápida para frenar la inflación. El objetivo debe ser claro y directo y por eso se establece solo para seis meses. Si en este momento la inflación en los alimentos está en el 15,3%, la rebaja del IVA debería situarla de golpe en un 12% y a partir de ahí continuar con la senda descendiente. Pero hay algo que ensombrece la medida y es su alcance y extensión. Sin duda la rebaja del IVA debería haber incluido la carne, sus derivados y elaborados, el pescado, y por qué no, también otros alimentos que forman parte de la compra habitual de una familia media. Me temo que el hecho de haberse quedado a medias ralentizará su efecto. Llegará, pero llegará más lentamente y en este tipo de cuestiones el impacto inmediato sobre la opinión pública cuenta tanto como su eficacia real.
Pero en torno a esta medida también han surgido opiniones muy puntuales de alguna organización agraria que me han sorprendido por su trasfondo, aunque reconozco que apuntan otra de las sombras de la medida. La rebaja del IVA no tendría por qué tener repercusión alguna sobre el agricultor o agricultora. El sector agrario soporta un IVA sobre insumos y servicios del 21% o del 10% y devenga un IVA que hasta ahora era del 4% o del 10% y que durante unos meses será del 0% o del 5%. Al no existir la obligación para el sector agrario de liquidar e ingresar el IVA, salvo en contadas excepciones, no se deducen las cuotas de IVA soportado. Por ello, el régimen del IVA contempla la posibilidad de para el sector agrario de recuperar el impuesto soportado mediante un mecanismo que se denomina de “compensación”.
Esta compensación es la cantidad resultante de aplicar el 12% al precio de venta de los productos vendidos en explotaciones agrícolas o forestales y del 10,5% en la venta de los productos obtenidos en explotaciones ganaderas o pesqueras. Quizás el decreto hubiera quedado redondo si hubiera contemplado aumentar la “compensación” durante los mismos seis meses al 15% tanto para las explotaciones agrarias como para las ganaderas y de esta manera tendría mayor efecto en los costes de producción como planteaba el dirigente de ASAJA en estos días.
Lo dicho. Luces y sombras, pero sin duda se actúa y se responde y estoy convencido que el sector agrario lo sabe, aunque todavía no todos lo reconozcan públicamente.
Fernando Fernández Such es director general de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de las Illes Balears.
Foto destacada: Una agricultora aplicando fertilizantes. Foto: Joaquín Terán.
Estupenda reflexión sobre las medidas económicas del gobierno Sánchez para afrontar el problema de la inflación. Un análisis ponderado, como todos los tuyos, Fernando. Enhorabuena.