Los Ecoesquemas no son el Pacto Verde europeo
Algunos grupos interesados en descalificar los Ecoesquemas están difundiendo la idea de que este programa está relacionado con dicho Pacto Verde, contaminando así el debate sobre el Plan Estratégico de la PAC y movilizando en su contra a los agricultores.
La arquitectura “verde»
Pero la realidad es otra bien distinta. Los Ecoesquemas forman parte de lo que se denomina desde hace años la “arquitectura verde” de la PAC, teniendo similitudes con el programa agroambiental, pero también diferencias.
Al igual que las medidas agroambientales, el programa de los Ecoesquemas es voluntario, y tiene también entre sus objetivos orientar las prácticas agrícolas y ganaderas hacia modelos más respetuosos con el medio ambiente y más implicados en la lucha contra la pérdida de biodiversidad. Pero a diferencia del programa agroambiental, que es plurianual (cinco años) y se financia con cargo al FEADER (segundo pilar de la PAC), los Ecoesquemas son anuales y se integran en el primer pilar, siendo financiados por el FEAGA e incluyendo la lucha contra los efectos del cambio climático como uno de sus más importantes objetivos.
Dado su carácter innovador, los Ecoesquemas constituyen un reto considerable, que no ha hecho más que empezar. Suponen el comienzo de un cambio de paradigma en la orientación de las ayudas agrarias del primer pilar, pasándose de una política de transferencia de renta (como es el objetivo del actual pago básico) a otra de incentivos para que los beneficiarios de la PAC modifiquen sus prácticas tradicionales e introduzcan innovaciones dirigidas a impulsar la transición ecológica.
El reto de su implementación
El desafío de poner en marcha el programa de los Ecoesquemas lo es tanto para los gestores de la PAC, como para los agricultores. Para los primeros (técnicos del Ministerio de Agricultura), el reto ha consistido en definir un conjunto de ecoesquemas que sea claro y medible, que sea coherente con los objetivos marcados por la Comisión Europea y que se ajuste a la gran diversidad productiva y paisajística de la agricultura española. Me consta el enorme el esfuerzo que viene haciendo el equipo técnico del MAPA para tener preparados los Ecoesquemas en tiempo y forma y poderlos incluir en el Plan Estratégico que habrá de negociarse con los servicios técnicos de la Comisión Europea en los primeros meses del año próximo.
Para los agricultores, el reto es también grande, ya que supone un escenario nuevo, más exigente que el “greenning” de la anterior PAC y que la ecocondicionalidad. Por ello, es normal la incertidumbre de los agricultores respecto a los Ecoesquemas y sus dudas sobre el interés en participar en el programa.
Además, el hecho de que los Ecoesquemas se financien con un porcentaje (23%) del fondo FEAGA del primer pilar de la PAC, hace que los agricultores y las OPAS los perciban como un programa que viene a reducir la cuantía del pago básico, un pago éste que es considerado por el sector agrario como un “derecho histórico”, como algo que les pertenece. Eso explica, en gran medida, su animadversión hacia los Ecoesquemas, y plantea la necesidad de que se haga una buena pedagogía entre los agricultores a través de adecuados servicios de asesoramiento
El Pacto Verde Europeo
Pero aparte de esto, y de la discusión técnica sobre el contenido de los Ecoesquemas, es un hecho que el debate se ha contaminado con el asunto del Pacto Verde Europeo.
El Pacto Verde y sus dos estrategias (“Biodiversidad» y “De la granja a la mesa”) son percibidos por los agricultores como una amenaza al actual modelo agrícola, en la medida en que plantea una drástica reducción en el uso de fertilizantes y pesticidas, y un aumento significativo de la superficie destinada a la producción ecológica.
De forma interesada, algunas organizaciones profesionales agrarias (OPAs) vinculan la orientación de la nueva PAC con el Pacto Verde, hasta el punto de considerar que su giro “ambientalista” (con los Ecoesquemas como ariete) es una imposición del lobby ecologista. De esta forma, identifican el programa de los Ecoesquemas con los intereses de los que quieren imponer un modelo “verde» que reduciría la capacidad productiva de la agricultura europea y su competitividad en los mercados.
Pero esta vinculación entre Ecoesquemas y Pacto Verde no responde a la verdad de los hechos, y esto por varias razones. En primer lugar, porque la propuesta de los Ecoesquemas es anterior al Pacto Verde. Fue realizada en junio de 2018 por el entonces comisario de agricultura el irlandés Phil Hogan, mientras que el Pacto Verde fue publicado casi dos años después bajo la nueva Comisión (diciembre de 2019), justo cuando ya estaban muy avanzadas las negociaciones sobre la nueva PAC.
En segundo lugar, porque los objetivos de los Ecoesquemas responden a la realidad, cada vez más evidente, de los graves efectos del cambio climático en la agricultura y a la urgencia de emprender acciones que puedan contribuir a su mitigación. Es una evidencia que viene siendo percibida por la Comisión Europea desde hace tiempo, antes de la publicación del Pacto Verde.
En tercer lugar, porque la llamada “arquitectura verde” de la PAC responde a los compromisos de la UE con los ODS y la Agenda 2030 de Naciones Unidas, así como con el Acuerdo de París sobre cambio climático, asumidos hace ya varios años, mucho antes también del Pacto Verde Europeo.
Y, en cuarto lugar, porque el Pacto Verde es sólo un documento estratégico de los muchos que elabora la Comisión, sin fuerza jurídica alguna, por lo que difícilmente ha podido influir en la nueva PAC. Los objetivos marcados por las citadas estrategias del Pacto Verde son orientaciones, guías, que se concretarán o no en las futuras políticas europeas, pero que de ningún modo han condicionado la PAC que se aprobó el pasado mes de julio. Para corroborarlo basta con revisar los debates que se desarrollaron en los trílogos entre la Comisión, el Consejo y el Parlamento europeos.
Sensibilizar a los agricultores
Por eso, no se deben demonizar los Ecoesquemas, como están haciendo algunas OPAs difundiendo la idea de que son la cabeza de puente del Pacto Verde y, por tanto, una amenaza a la agricultura europea.
Sería más positivo sensibilizar a los agricultores sobre el interés de introducir en sus explotaciones las prácticas agrícolas y ganaderas de los Ecoesquemas propuestos en el Plan Estratégico Nacional. Convencerlos del interés de este programa como vía para contrarrestar los efectos de un cambio climático que ya sufren muchos productores, además de ser también una vía para complementar las ayudas del pago básico.
Por cierto, las propuestas de Ecoesquemas, tanto las relacionadas con el balance de carbono, como las orientadas a mitigar la erosión de los suelos y la pérdida de biodiversidad, incluyen prácticas bastante asequibles, que no les resultará difícil a los agricultores incorporarlas en sus explotaciones mediante un buen sistema de asesoramiento.
El sentido de las OPAs es defender los intereses de los agricultores y representarlos en el ámbito de la interlocución social y política, además de asesorarles técnicamente. Pero su credibilidad depende de que sean capaces de transmitir una información real y solvente sobre los temas que preocupan al sector agrario.
El programa de los Ecoesquemas merece ser tratado con el rigor debido, sin buscar vinculaciones con el Pacto Verde Europeo que en la realidad no existen, al menos en la nueva PAC que acaba de empezar.
Foto destacada: Agricultores en un margen floral junto a parcelas de cereal en Anchuelo (Madrid), uno de las prácticas agrarias contempladas en los ‘ecoesquemas’. Foto: EDR.
Entiendo que una agricultura sostenible debe ser productiva y por ende competitiva en los mercados, e, irremediablemente ha de aplicar prácticas que reduzcan el cambio climático y mantengan, incluso recuperen, la biodiversidad. Ambos instrumentos son necesarios Pacto Verde y la arquitectura verde da la PAC. Esto sí habrá que medir bien cuánto de los fondos del primer pilar serán destinados al cumplimiento (voluntario) con los ecoesquemas.