Un alce, bebiendo agua. Autor: Jonathan Brenncke (Creative commons)

Cómo los cazadores de élite blanquean a los dictadores

En la caza internacional se abaten numerosas especies que viven en países gobernados por dictadores tiranos. Y no por eso se deja de ir a disparar.
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Leo en la página web de “Club de caza” el entusiasmo de un cazador que estuvo en septiembre de 2021 en Bielorrusia para abatir un alce europeo. El rececho a tan enorme ungulado estaba organizado por la Blaser World Challenge, y en este caso era la quinta edición.

El cazador que escribe no firma el artículo, pero sí comenta que estuvo acompañado, entre otros, por un representante de Excopesa, el importador español de Blaser hasta finales de diciembre del año pasado, prestigiosa firma alemana de armas y complementos para la caza.

Resulta curioso cómo este cazador añade que su mujer le dio el último empujón para asistir a la cacería y que tuvieron que aterrizar en Letonia, pues el aeropuerto de Bielorrusia no estaba operativo para vuelos de países de la UE. Recuerdo que entre estos está España.

Además de contar la cantidad de animales que se pueden cazar como el corzo, lobo, bisonte… y de los increíbles paisajes, este recechista confiesa no haber salido nunca de España a cazar y, por supuesto, no hace ninguna mención al régimen político que ha visitado. Ni tan siquiera a la crisis de refugiados que ya comenzaban a crecer en las fronteras de Polonia o Lituania, enviados a propósito por el gobierno bielorruso como presión a la Unión Europea.

Y los organizadores a lo suyo: promocionar sus armas y cartuchería sobre blancos de carne y hueso y ni una palabra ni una mala conciencia sobre el “blanqueo” que le están haciendo a este régimen dictatorial de Lukashenko, planificando cacerías en este país.

Es solo un ejemplo de cómo el mundo de la caza elitista y de un canal temático de caza y pesca actúan con una frialdad e indiferencia pasmosa ante los acontecimientos que suceden más allá de nuestras fronteras. Lo importante es el objetivo, en este caso, abatir el gigantesco alce europeo. Siempre y cuando los precios sean competitivos si lo comparamos por ejemplo con Canadá o Estados Unidos.

El marco polo

Pero si lo de Bielorrusia está reciente, la caza del argali o marco polo en ex repúblicas soviéticas como Kirguistán, también dictatoriales, ha sido siempre uno de los retos de todo cazador que se precie y que no le importe restar algo de peso a su bolsillo.

Son numerosas las crónicas de caza tras este carnero por enormes y fríos parajes montañosos, en los que el que paga siempre va acompañado de un guía que sabe la zona más querenciosa donde se pueden encontrar con este formidable bóvido de cuernos imponentes. Y cuyo trofeo siempre se quedará ocupando un lugar de privilegio entre las demás capturas por su dificultad. Por cierto, una vez abatido el argali y si está negociado se caza un ibex, también de formidable cornamenta, pero menos cotizado que el anterior. Claro que si se cruza un lobo por el camino, recibirá el disparo pertinente. Y así.

No se explica a estas alturas que unos cazadores tan puristas y tan escrupulosos en defender sus intereses sigan metiendo divisas en países bajo la batuta del dictador de turno, sin al menos una crítica a los regímenes autoritarios.

¿Quizás guiados por la tradición venatoria emocionante no hayan reparado en ello? Puede ser, aunque no valdría como disculpa. Frente al número de cazadores españoles, los que practican la caza internacional son minoría, pero influyente. Aunque lo peor no está en los euros o dólares que ingrese ese país, sino en la imagen tan idílica que se suele dar en las crónicas de cacerías, sobre los paisajes y la amabilidad de sus gentes, que son ciertas, pero siempre bajo la opresión del dictador.

Premio Weatherby

Este galardón es el no va más en el mundo de la caza, algo así como conseguir el Nobel de la actividad venatoria. Solo cuatro españoles lo han logrado y eso que el premio fue creado en 1956 por el fabricante norteamericano de armas y municiones Roy Weatherby, para “promover la conservación de la vida salvaje y la caza ética”.

El último español en conseguirlo fue José Madrazo en 2019, y una condición imprescindible para que te lo concedan es la de abatir al menos 200 especies de todos los continentes. Creo que Madrazo presentó alrededor de cuatrocientas, de manera que iba sobrado en número, pues ya en numerosos países cada vez los animales tienen más protección.

Este reconocido cazador, al igual que los otros, seguro que puso todos sus conocimientos e intentó abatir especies empleando toda la ética posible, pero seguro que nunca se preguntó por las condiciones de las gentes que vivían bajo el yugo esclavista del tirano dictador en alguno de los países donde abatió algún ejemplar.

Pues dado el renombre que tiene este premio vendría muy bien que, al menos, dejaran para los aficionados algún comentario sobre el país que han cazado en cuanto a la política y los aspectos sociales. O bien por qué habían dejado de visitar alguno, a pesar de las especies interesantes que allí se movían, al no estar de acuerdo, supongo, con su régimen.

Basta con entrar mañana mismo en Internet y buscar “caza internacional” para encontrar a estas alturas programas y precios de lo que cuesta abatir determinadas especies de caza mayor y menor en nada más y nada menos que en Bielorrusia, país que como todos sabemos le está colocando la alfombra a Rusia para que invada con más comodidad Ucrania. Y lo peor es que no solo es citada esta dictadura en la que se pueden cobrar varias especies.

Por otra parte, los cazadores no tuvieron ningún empacho en emplearse a fondo en Rumanía, una vez que había caído el dictador Ceaucescu. El presidente rumano se había hecho con un coto extraordinario en especies cinegéticas para divertirse él, su familia y sus amiguetes. Tras su muerte, el coto se abrió a los aficionados a disparar a lobos, osos y otras especies, con unos precios realmente económicos para lo que se cotizaban los animales en otros países. Menos mal que los rumanos pronto se dieron cuenta y el chollo se acabó.

Los cazadores y el 20M

Poca autocrítica y excesivo triunfalismo

Confieso que me he quedado pasmado por los comentarios y críticas del mundo de la caza después de la manifestación del 20M, y no para bien. Desde el enfado con muchos medios de comunicación por haber dado más importancia a los ganaderos y agricultores, aunque los cazadores fueron mayoría en la protesta; a pedir a Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana que le diga a Pedro Sánchez que cese a Sergio Antonio García Sánchez, director de Bienestar Animal; pasando por una borrachera triunfalista demasiado agresiva.

Con actitud parecida a rabietas de patio de colegio, los que salen ganando una vez más son los animalistas y ecologistas, pues no son formas de protestar sobre la escasa repercusión mediática de la caza, aunque se llene Madrid de chalecos naranjas.

Mejor hubiera venido una reclamación sosegada y argumentada con datos y posiciones más claras en contra de algunas decisiones polémicas y poco acertadas que ha tomado el Gobierno. Y sí, el mundo de la caza es también el mundo rural, se merece más respeto y que se cuente con él a la hora de tomar decisiones.

También están los que han querido que viéramos la cara oculta de la luna. Me explico: en el Gobierno de Aznar un superministro casado se echó novia, y se decía que una de las primeras decisiones que tomó fue la de llamar a los directores de los medios de comunicación más importantes de España en aquel momento, para decirles que como publicaran algo de su nueva relación no iban a ver ni una página de publicidad institucional. Aquello trataba sobre la vida privada y además, el estilo de actuar de este Gobierno dista bastante de aquel.

De manera que sirva de lección a los cazadores para la siguiente vez que se manifiesten y no dinamiten al mensajero. La autocrítica es sana.

Rehaleros con sus perros el domingo 20 de marzo en la manifestación 'Juntos por el Campo'. Foto: Joaquín Terán.
Rehaleros con sus perros el domingo 20 de marzo en la manifestación ‘Juntos por el Campo’. Foto: Joaquín Terán.

Foto destacada: Un alce, bebiendo agua. Autor: Jonathan Brenncke (Creative commons)

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