¡Gracias Serafín!
El día 27 de mayo, en el diario El País, leo un magnífico texto de David Expósito, en el que da cuenta de la prohibición a Serafín Bonilla de cultivar el huerto que ha hecho en un descampado abandonado junto a la valla que cierra la carretera A-5, en Alcorcón.
Serafín tiene 86 años. Hace 21 años sufrió un derrame cerebral seguido de una depresión severa. El psiquiatra le animó a trabajar “un cachito de terreno” que Serafín no tenía. Se acordó de una parra que había agarrada a la valla de la carretera que estaba cerca de su casa.
En aquel terreno sembró una mañana un diente de ajo y ahí empezó a sentirse hortelano. Trabajó aquel cachito de terreno hasta entonces yermo y cuidó la parra. “Encontré mi lugar en el mundo” dice Serafín.
Limpió, puso una barandilla para la gente mayor que por allí pasaba, construyó una rampa para el paso de los coches y sillas de los niños e hizo una pequeña cabaña para guardar las pocas herramientas que utilizaba. En dos décadas hay mucho tiempo para que varias veces rompieran la barandilla, tiraran la cabaña, se llevaran las uvas… Serafín lo arreglaba.
“No soy ambicioso de nada, no vengo aquí para tener más. Vengo para distraerme, para no estar solo. Por si viene algún amigo, abrir un tomate y comérnoslo a la sombra del árbol. Las uvas se las llevan todas, y no las cato”.
Desde hace cinco años Serafín mal lleva el acoso que se le hace desde la Concejalía de Medio Ambiente (sí, ese es su nombre) del Ayuntamiento porque esta haciendo “una actividad ilegal”. Sin duda. Por eso el acoso dio comienzo con un gobierno municipal del Partido Popular y sigue ahora con un gobierno de PSOE y Unidas Podemos. “Se le pidió a Serafín que retirase todos sus enseres y lo que tenía plantado ya que no es una parcela de su propiedad”. Respetar la legalidad y la propiedad es lo principal, para todos.
A Serafín, le ofrecieron una alternativa: instalarse en algún huerto urbano. La rechazó. Sencillamente no puede llegar a ese paraíso de propiedad municipal en el que todo es legal, porque tiene la edad que tiene, ha sufrido lo que ha sufrido y camina con dificultad.
Dice el cronista que la parcela es ahora “un secarral lleno de conejos, de arbustos sin podar y árboles que se habrían partido de no ser por lo contrapesos manuales que Serafín instaló”.
En cinco palmos de aquella parcela, junto a la parra, Serafín sigue poniendo unas matas de tomate y de pepino. “Mañana Volveré. Aunque me lo quiten todo”.
¡Qué cabeza la de este hombre! Pero, qué se puede esperar de un señor que dice: “Con un tomate, unas aceitunas y un cacho de pan, hago la vida”.
Emilio Barco, sorprendido y asqueado.
En Alcanadre a 27 de mayo de 2022
Foto: Un hombre mayor trabaja la huerta en Aranjuez (archivo).
Buenas tardes:
No sé qué me parece peor si la mirada ignorante y soberbia (perdón por la redundancia) de tantos habitantes de pueblos que se creen venidos a más y de ciudades venidos a menos o la de sus representantes políticos. Porque no hay duda de que lo son, representantes, digo.
Actos como estos son los que descubren que, detrás de los folletos y carteles, hay menos sustancia que el cartón que hace falta para la campaña de turno.
Saludos.
Jesús
Hola Jesús
Una vida sin sustancia es como unos garbanzos de vigilia. Si tanto sinsustancia, además, perdió el sentido común entre las páginas del BOE y la ley de procedimiento administrativo, pues ni garbanzos de vigilia, aguachirri solo.
Aupa
Salud