El sistema alimentario español, en peligro de uberización

Cada vez menos agricultores y ganaderos familiares y más corporaciones produciendo alimentos. La organización agraria COAG lo denuncia: la uberización del campo ya está aquí.
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Uberización del campo

La agricultura social y profesional está en peligro. Mientras que las grandes cifras macroeconómicas de la agricultura y ganadería en España baten récords cada año, miles de explotaciones abandonan la actividad. Esta paradoja solo tiene una explicación: el modelo de producción de alimentos está viviendo un profundo y silencioso cambio con efectos aún desconocidos.

La organización agraria COAG ha dado la voz de alarma ante este discreto pero -por el momento- imparable proceso, y para ello han elaborado un exhaustivo informe en el que desgranan datos y ejemplos de este devenir en el sistema de producción de alimentos, que han llamado “La uberización del campo español”, en referencia a la multinacional tecnológica de servicios de transporte Uber.

La falacia de la uberización

Las empresas tecnológicas como Uber han fundamentado su creación y desarrollo inicial en generar una fuerte sensación de libertad para el consumidor y colaboración entre particulares. La tecnología se utilizaría para romper los esquemas de la economía tradicional y mejorar las condiciones para todos. No es, ni mucho menos, lo que está sucediendo en el campo español.

La uberización de la economía, en este caso de la economía agraria, tal y como lo denuncia COAG, no se refiere a la eliminación de intermediarios y el uso de las tecnologías para acercar proveedores de servicios o productos y usuarios de los mismos. La uberización del campo denuncia más bien el «machaque» de los pequeños productores y el traspaso de la propiedad de la producción de alimentos a corporaciones de mayor tamaño y menor implicación con el territorio.

Lácteos y fruta, dos ejemplos de uberización

COAG da varios ejemplos en su informe sobre varios sectores que demuestran este proceso. En el sector lácteo, en 1988, había registradas en España cerca de 250.000 explotaciones. En enero de 2019 el número de explotaciones registrado fue de tan solo 14.776, mientras que la producción de leche ha crecido. En el caso de las frutas y hortalizas, mientras en 2007 había una superficie de 1.462.000 ha con 215.000 titulares de explotaciones, en 2016 había 1.594.000 ha y 172.000 titulares. Es decir, en 10 años mientras el sector había perdido un 20% de activos, la superficie había crecido en más de 130.000 ha, un 9%.

Los agricultores denuncian que se ven condenados a sufrir un doble embudo en la cadena agroalimentaria: el de los altos costes, por un lado, y el de los bajos precios, por otro. La baja rentabilidad está echando por lo tanto a los pequeños, que son sustituidos por grandes productores que tienen más fácil sobrevivir con pequeños márgenes.

Más que una previsión, un hecho

“El cambio ya está aquí”, denuncia COAG. “Nuestro modelo de producción está siendo modificado, delante de nosotros. Lo primero es decidir si queremos una agricultura con agricultores en el marco de una economía social agraria o una agricultura con grandes empresas y empleados en el campo. COAG lo tiene claro: la empresa familiar”, remarcan en su informe.

Parece claro que este modelo uberizado ahondará los problemas de despoblamiento que sufre la España vaciada. Menos autónomos y menos personas, en general, en los pueblos, y más empresas de servicios con inyecciones puntuales de personal en los momentos de campaña en que se necesite.

¿Es posible un cambio de tendencia?

La organización de agricultores COAG cree que sí, siempre que se articule una respuesta estructural y global. “Los productores agrarios tenemos la capacidad de sobreponernos”, confía esta organización. “Queremos una agricultura rentable, pero que proporcione tejido social, mantenga la población rural y el medio ambiente. Una agricultura con agricultores en el marco de una economía social agraria”, conluyen.

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