El consenso de Soria
Leo en el Diario del Alto Aragón, del domingo 30 de mayo el artículo de Manuel Campo Vidal, “Sólo la España despoblada genera consenso”. Resume su visión de lo acontecido en la feria Presura, celebrada en Soria el día 28, con la participación de veinticinco políticos, incluidos el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición. Campo Vidal presentó allí su libro “La España despoblada: crónica de emigración, abandono y esperanza”.
Escribe el periodista, “Admirable. Estar allí para ver, y ver para creer” porque allí, se reforzó “la esperanza de que algo va a cambiar muy pronto en la España rural”. Para el autor del artículo, esta sería la conclusión tras “cinco horas largas de palabras relativamente coincidentes o complementarias”. ¡Bendito sea el aburrimiento fruto del consenso para la salvación del mundo rural! ¡Aleluya! Utilizo estos términos religiosos porque como ese día no estuve en Soria y no vi, necesito la fe para creer.
Como ya les conté en EL DIARIO RURAL, en el artículo “España no es Escocia ¿o sí?”, me despreocupé parcialmente del despoblamiento y sus remedios a finales del mes de noviembre de 2019 cuando este hombre, Campo Vidal, me pareció que se echaba el problema a sus espaldas al decir, en el foro “Soluciones inteligentes contra la despoblación” celebrado en Lugo, que estaba allí para mostrar que está “inmerso en la cruzada de buscar soluciones para la sangría demográfica” y a pregunta del periodista acerca de esta cruzada respondió: “Yo soy hijo de la España vaciada. Lo voy a poner en mi currículo”. Dijo también, “Es fundamental que se produzca una gran alianza de todos los Gobiernos de todas las Administraciones…”. Una pandemia después, ¡conseguido! ¿Y ahora qué? A gastar los diez mil millones de euros del maná europeo que nos llega con muchos años de retraso (que se lo pregunten al expresidente Rodríguez Zapatero, que también participó en el consenso de Soria).
Al trillar se verá el trigo, decían los campesinos, cuando les hablaban de la esperanza de la cosecha. Cuando empiece la trilla de la cosecha que vislumbró Campo Vidal, a finales de mayo, el consenso de Soria tendrá que soportar varias pruebas de esfuerzo para demostrar que es consistente, como el trigo duro.
Primera prueba (básica): Para frenar la despoblación es necesaria la intervención de las instituciones invirtiendo, incentivando y regulando ¿De acuerdo? ¿Hay matices?
Segunda (práctica): Los primeros diez mil millones de euros de inversión (subrayo primeros) ¿Quién los gestionará? ¿El Estado? ¿Las CC.AA.? ¿Criterios de asignación? ¿Los puntos de discusión serán estos?
Tercera (de sentido común): El despoblamiento no es solo un problema de dinero, como lo demuestra el gasto de la PAC y sus resultados ¿Se modificarán los criterios de asignación y gasto de los fondos PAC?
Cuarta (publico): La intervención de las instituciones siendo necesaria no es suficiente, se necesita también la participación de personas, colectivos y organizaciones. ¿Cómo se integrarán en el consenso de Soria? ¿Como oyentes?
Superadas estas duras pruebas, todavía sería necesario, para frenar el despoblamiento (y no en todos los casos), que se dieran cambios culturales que tienen que ver con la producción y el consumo. Digo solo frenar porque invertir la tendencia exigiría que los cambios fueran de tanto calado que dudo que el consenso de Soria los soportaría.
Sobre estos cambios, un par de ejemplos: ¿Seremos capaces de ser menos exigentes con la estética de los productos agrarios o seguiremos prefiriendo esas frutas grandes y lustrosas a sabiendas del coste ambiental que tiene producirlas? ¿Tendremos tiempo para esperar en la fila de la carnicería y de la pescadería o compraremos lo que nos presentan en bandejas desechables a costa de menos trabajo en carnicerías y pescaderías y de atiborrar el correspondiente contenedor del color adecuado al desperdicio?
Supongo que alguna orientación en este sentido habrá en la campaña que acaba de presentar el ministro de Agricultura “Aquí no se tira nada” animándonos a hacer croquetas en vez de tirar los restos de comida, consumo responsable, al tiempo que anuncia un proyecto de ley para prevenir el despilfarro (se quedará solo en el despilfarro en la cocina, supongo).
Como verán pienso en cosas muy elementales. Ni se me ocurre plantear la posibilidad de que Usted se produzca una parte de sus alimentos; que las ayudas de la PAC se vinculen al trabajo y a la vida rural; que se cambie la gestión de los fondos públicos que se invierten el los pueblos y se reduzca la burocracia; que se programe a largo plazo; que se anime la cultura de la cooperación y el desarrollo frente al crecimiento…
Me encantaría que el consenso de Soria superara todas las pruebas de esfuerzo a las que será sometido y que, como ya le conté cuando escribí sobre Escocia, en pocos años pudiera Usted comprar una casa cómoda y bien acondicionada a un precio razonable en un pueblo autosuficiente energéticamente y desde el que puede desplazarse a las ciudades con aeropuertos o puertos, de manera fácil y barata cuando lo necesita; un pueblo en el que tiene conexión a internet sin problemas, están cubiertas sus necesidades de asistencia médica, social y educativa; un pueblo que participa en la red de colegios y universidades rurales y en el que hay una escuela independientemente del número de niños que en él viven, un pueblo en el que puede trabajar en uno de los proyectos locales que estas universidades rurales han animado y tenga acceso a los cursos de formación que considere necesarios.
Quedo a la espera.
Postdata: al terminar de escribir este texto me hago el propósito de no volver a escribir en los próximos meses sobre este tema del despoblamiento, porque he llegado a la conclusión de que me repito y de que critico más que aporto, por lo que me voy a abrazar a la esperanza que anunció Manuel Campo Vidal y a leer el libro que también anuncia para el día 3, mi admirado Sergio del Molino “Contra la España vacía”. Seguro que voy a disfrutar con la fe y con el libro. Sobre todo con el libro.
Emilio Barco
En Alcanadre, el primer día de junio, lloviendo
Foto: El cartel de la feria Presura, organizada por el coworking El Hueco, en Soria, impacta. (El Hueco).
Buen artículo Emilio. Comparto tu escepticismo sobre el tema de la despoblación rural. Un abrazo
Gracias Eduardo
Un abrazo
Salud
Emilio
Buenas tardes:
Estoy de acuerdo con el autor en su diagnóstico y el desasosiego que produce esta verbena continua que se ha montado bajo la carpa tejida con sólo una palabra: despoblación.
Cada vez más, en ese escenario, abundan reuniones, documentos, actores principales y estrellas invitadas. Como en cualquier manifestación del mundo del espectáculo abundan los focos y los brillos, pero se esquiva, sistemáticamente, la reflexión y el contenido informado. Porque materiales producto de la reflexión y el conocimiento existen, pero nunca aparecen (o no lo suficiente) en estos saraos. Claro que, en ese escenario, tampoco tendrían mucha cabida.
Sólo hay que buscar los trabajos de las dos personas que abren esta sección de comentarios: Eduardo Moyano y Emilio Barco.
Pero ha triunfado (tampoco es tan raro) la explicación periodístico-literaria. Es más cercana, sentimental, y entra, apoyándose en una mezcla de melancolía, mala conciencia y deseos vaporosos, en muchas personas para quedarse y teñir el cristal con que se mira.
No dudo de que la visión científica no actúe también un poco así en otras personas. Lo que digo es que, al trabajar con datos, se puede planificar y modificar, según vayan cambiando las circunstancias, de cara a conseguir alcanzar los objetivos que se planteen. Con la otra perspectiva hasta los proclamados “objetivos” no dejan de ser poesía lírica.
Saludos.
P.D.: Yo ni siquiera tengo la perspectiva de consuelo, como Emilio Barco, de leer al autor que cita. Soy uno de los escasos lectores, por lo que he podido comprobar a lo largo de los años, que encuentra que el famoso libro inaugural de la tendencia es una castaña pilonga. Sin olvidar que una cosa es lo que alguien escribe y otra cómo se interpreta. Que en el caso de “La España vacía” es paradigmático. De hecho, el autor ha tenido que escribir otro libro (ese que ha salido hace unos días) para comentar las repercusiones. Pero mis objeciones son anteriores al ruido mediático.
Gracias por tus comentarios, Jesús.
Ya terminé de leer el nuevo libro de Sergio del Molino y no me ha decepcionado, he aprendido y disfrutado. Su lectura me ha animado a releer la España vacia. En ello estoy. Me refuerza la idea de que Sergio con aquel libro no pretendía otra cosa que plantear una reflexión sobre la idea de España más allá de los nacionalismos y en ningún caso era un texto sobre la despoblación y el mundo rural, que solo aparecen marginalmente, como posible argamasa junto a la cultura campesina, de esa idea que él considera necesaria como forma de entender que los impuestos sobre los beneficios empresariales de una empresa que eligió instalarse en Madrid o en Barcelona se invierten, por ejemplo, en Alcanadre o en Trujillo y no pasa nada.
Otra cosa, como dices, es lo que luego generó o degeneró, como negocio editorial.
Disculpa la disquisición.
Salud
Emilio
Buenas tardes, Emilio:
No tengo que disculpar nada. Admiro tus disquisiciones. Gracias por hacerlas.
Desde luego que son dos cosas muy diferentes lo que aparece publicado en cualquier libro, lo que nace en cada uno de los lectores y ya, como ola incontrolable, lo que supone un fenómeno como el que comentamos. El delirio de interpretaciones y conclusiones, traídas a favor y en contra de veta, aunque no tengan nada que ver con lo que pone allí, es imposible de medir. Repasaré el libro, como tú, a ver qué ha hecho el tiempo (y mi mirada) con él.
De todas formas, mis objeciones del momento de la publicación eran sobre el propio texto porque todavía no se había desmadrado el asunto. Me parecía bien la gavilla de historias que formaba la gran parte del libro. Por sus personajes y los lugares donde sucedían. Eran reportajes, crónicas, que tenían un indudable interés. Donde se engancharon más objeciones y discrepancias fue en la primera parte que era (a mi entender) un intento de dar coherencia temática y de enfoque al conjunto. Ahí, para mí, no estaba fino.
Saludos cordiales.
Jesús