Un conejo en un viñedo. G.O. Preveco.

Animales a cuerpo de rey gracias a los agricultores

A los agricultores se les ha culpado del declive de varias especies de aves por sus métodos y productos de siembra utilizados. Pero de lo que no se habla es de los numerosos animales que se alimentan largas temporadas de sus cultivos. Y que en la actualidad van a más.
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Es posible que esté equivocado, pero siempre he pensado que las concentraciones parcelarias hicieron más daño a las aves cerealistas que los herbicidas utilizados por los agricultores. El hecho de que con esta acción desaparecieran lindazos y pequeños ribazos llevó a una pérdida de espacios donde muchas aves anidaban y criaban sus polluelos en los primeros días de vida.

La concentración parcelaria perjudicó a perdices, codornices, alondra común, triguero, cogujada, calandria, ganga y ortega y en menor medida a avutardas, sisones, alcaravanes, aguiluchos cenizos y jilgueros, especialistas en comer el fruto de los cardos de las lindes, así como a la collalba rubia y collalba gris, pues estas dos últimas anidaban en pequeños huecos de las paredes que separaban unos sembrados de otros. Aunque como estoy viendo en los últimos cinco o seis años algunas de las aves citadas están recuperando parte de su población, pero de manera muy lenta.

Sin embargo, mientras las aves han ido en claro declive, algunos mamíferos se han visto favorecidos con la agricultura extensiva de secano. Es evidente que con los nuevos métodos de recolección con las cosechadoras se pierde más grano en el campo que cuando se segaba con hoz y zoqueta. Además, otros cultivos relativamente “nuevos” en las zonas de montaña como las pipas para aceite de girasol están sirviendo de una extraordinaria despensa a numerosas especies de mamíferos, desde los grandes ungulados hasta los pequeños roedores, pasando por los predadores de estos últimos, como los gatos monteses, zorras, garduñas y comadrejas. Sin olvidar las aves nocturnas. Pero mientras que los predadores están recuperando su población, ungulados y roedores se están convirtiendo en plaga.

Hace unos veinte días sorprendí al atardecer a un precioso gato montés a no más de kilómetro y medio del pueblo sobre un majano al lado de un sembrado de pipas. Estoy convencido de que estaba esperando cazar a algún ratón, pajarillo e incluso paloma torcaz entretenidos con las pipas, -por estas fechas ya hay bastantes caídas en el suelo- y que son presa fácil de este felino que veo últimamente por el monte con más frecuencia que antaño.

Mamíferos en aumento

Además del citado gato montés, es muy variada la fauna que vive durante unos meses a cuerpo de rey gracias a los agricultores. Dejemos a un lado aves como la tórtola común, paloma torcaz y perdiz roja, entre otras, para centrarnos en los mamíferos.

Conejos. En algunas zonas de Castilla-La Mancha, Aragón, Castilla y León, Andalucía y Extremadura dejan las cosechas tiritando, causando daños enormes. A falta de predadores terrestres y alados, los ayuntamientos se ven obligados a ampliar los días de caza, sin que en muchas ocasiones se logre controlar la población. Este roedor simpático resiste las enfermedades y sigue manteniendo en vilo a numerosos agricultores.

Un conejo en un viñedo. Autor: G.O. Preveco.
Un conejo en un viñedo. Autor: G.O. Preveco.

Ratones y topillos. Llenan de agujeros los rastrojos y colman sus despensas con los granos de trigo y otros cereales como la cebada y centeno. Y cuando las pipas de girasol están a punto de recolectarse no se pueden imaginar la habilidad que tienen para gatear por los troncos hasta culminar en la torta donde se alimentan a toda velocidad. La mejor forma de verlos es por la noche con buen oído y una potente linterna. Son una plaga.

Ratón de campo. Autor: José Luis Jara Orozco (CC)
Ratón de campo. Autor: José Luis Jara Orozco (CC)

Tejones. Muy cerca del pueblo, Aragoncillo (Guadalajara) me comenta un agricultor que los jabalíes llevaban a destajo un sembrado de trigo. Cuando me indica el lugar, le comento que no son cochinos, que es una familia de tejones que tenía controlada desde que una noche contemplé una cría ya casi emancipada. Se queda boquiabierto y se muestra algo incrédulo hasta que una noche se le cruzó uno de los padres delante del tractor por el mismo lugar. Posiblemente este gran mustélido de aspecto bonachón y quizás algo tontorrón sea el mamífero más omnívoro de España, incluso más que el oso y el jabalí. Su capacidad de adaptación es asombrosa y a falta de huertas donde darse la comilona, ahora siega el cereal sin dejarse una espiga y se infla de trigo. De hecho, sus excrementos oscuros están plagados de granos. Y, por supuesto, también es aficionado a las pipas. En numerosas fincas se le detecta con facilidad por la noches, pues el color de sus ojos es inconfundible, al ser menos brillantes que los de las zorras. También se alimenta de todo tipo de reptiles, carroña y lo que se le ponga por medio.

Tejón. Autor: Diego Antonio Casco Fidalgo (CC)
Tejón. Autor: Diego Antonio Casco Fidalgo (CC)

Zorros. Mientras que los trigos antes de segarlos no cuentan entre sus preferencias, sí frecuentan con asiduidad los cultivos de girasol. Tanto para alimentarse de estos como para intentar dar caza a algún ratoncillo despistado o a alguna liebre nutriéndose de tan rica semilla. Resulta curioso además lo confiados que se muestran ante la presencia humana.

Zorro. Autor: Paul Balfe (CC)
Zorro. Autor: Paul Balfe (CC)

Gatos, garduñas y comadrejas. El felino y los dos mustélidos son más difíciles de observar. Son mucho más esquivos y desconfiados que zorros y tejones, y también mucho más pequeños, en especial la comadreja. Sin embargo, por los excrementos y por haber tenido la suerte de ver varios ejemplares en sembrados de pipas bastante distantes entre sí, puedo confirmar sin miedo a equivocarme que su población va a más. No comen oleaginosas, pero saben que desde finales de verano tienen su mejor despensa en este cultivo por el aumento notable de roedores y aves.

Garduña. Autor: Aah-Yeah (CC)
Garduña. Autor: Aah-Yeah (CC)

Jabalíes. Cualquier día puede ser que veamos a este cochino descarado tomándose un aperitivo en un bar de una gran ciudad. Así que no es difícil imaginarse los destrozos que causan en los trigos y pipas. En los primeros cuando van en piaras las hembras tumban la planta para que puedan comer los pequeños y en las pipas tronchan o arrancan las cañas para lo mismo. Y si son adultos hacen lo propio, pero como además son una especie de “catacaldos” mordisquean una torta y van a por otra y así. De manera que noche tras noche han dejado el cultivo como un erial. Y no se crean que les intimida el ruido, pues algunos agricultores colocan “cañones” que disparan con frecuencia durante la noche y cuando se acostumbran al estruendo se les observa comiendo a escasos metros. Tienen un morro que se lo pisan, o casi.

Jabalí. Autor: Josep Sanz (CC)
Jabalí. Autor: Josep Sanz (CC)

Ciervos. Posiblemente hagan más daño que los jabalíes. Pues mientras los últimos esperar a comer cuando el fruto está maduro, los venados prefieren alimentarse de los verdes y tiernos capullos cuando se está formando la torta. Como son animales de considerable tamaño comen grandes cantidades dejando solo la caña con hojas. Por estas zonas de montaña que van a más, sus destrozos cada año son mayores y eso que como sucede con los jabalíes se dan permisos para cazar las hembras en determinadas fechas.

Ciervo. Autor: Victor (CC)
Ciervo. Autor: Victor (CC)

Corzos. Menos dañinos que los ciervos, tampoco hacen asco a las tortas de girasol cuando están creciendo. Su densidad ha aumentado de forma considerable los últimos 15 ó 20 años, ocasionando numerosos accidentes en las carreteras. No tienen enemigos naturales como sucede con los ciervos y jabalíes. Y a los cazadores les ha dado solo por abatir a los machos con buena cuerna, con trofeo para exhibirse ante los amigos. De manera que la cantidad de hembras aumenta de forma exponencial.

Corzo. Autor: José Ibañez (CC)
Corzo. Autor: José Ibañez (CC)

Las rapaces nocturnas encuentran también en los rastrojos y a las orillas de las pipas una buena y bastante accesible fuente de alimentación a base de los inquietos roedores y otros mamíferos.

Mochuelo común y búho real. El primero es la rapaz más diurna entre las nocturnas. Se le suele ver casi siempre en posaderos sobre grandes majanos, esperando su oportunidad que suelen ser muchas a lo largo de la noche. En más de una ocasión se oye el chillido de un ratoncillo en un rastrojo o al borde de unas pipas y casi con toda seguridad afirmaría que ha sido el mochuelo el que le ha dado caza. En este sentido, son los mejores aliados de los agricultores.

Mochuelo. Autor: Diego (CC)
Mochuelo. Autor: Diego (CC)

Por zonas más escondidas a las personas, donde abundan sabinas de cierto porte abrigando los cultivos, reina en la oscuridad el extraordinario búho real, capaz de cazar liebres y mamíferos como la garduña y comadreja y zorra si no es adulta. Por lo lugares que se detecta su presencia, debido a las egagrópilas, bolas de restos de animales no digeridos que regurgita, se pueden ver sus enormes ojos cuando se alumbra con potentes linternas hacia alguna sabina estratégicamente colocada para que desde su posadero pueda caer en el más absoluto silencio sobre su presa.

Abejas, punto y aparte

Caminando por cualquier cultivo de girasoles cuando están en flor asombra ver que cada torta la ocupan entre 5 y 10 abejas. De esta manera polinizan la planta que no es otra cosa que el paso del polen de la parte masculina de la flor a la femenina. Y a la vez cosechan este manjar para fabricar la rica miel.

Imposible calcular los miles de tortas de las miles de hectáreas cultivadas de esta oleaginosa y el número de abejas que las polinizan, que serán millones. Esta asociación abeja-agricultor forma parte de una maravilla más que nos regalan hombre y naturaleza.

Una abeja en un celindo. Autor: El Diario Rural
Una abeja en un celindo. Autor: El Diario Rural

Foto destacada: Un conejo en un viñedo. Autor: G.O. Preveco.

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