Un millón de años de historia te esperan en Atapuerca
Los verdaderos placeres son aquellos que se disfrutan poco a poco. Aquellos que, para ser apreciados, han exigido cierto esfuerzo por parte del disfrutador, que ve así recompensado su trabajo o su estudio y que, en parte, siente que la fuente de ese placer es algo propio, algo suyo que, en parte, le pertenece.
No disfruta igual de un museo aquel que entiende de pintura o de escultura; o de un concierto la persona que ha invertido muchas horas en aprender a tocar un instrumento. Una buena comida se disfruta si conoces el origen de los alimentos y entiendes las técnicas aplicadas para convertirlos en un exquisito plato.
El placer de conocer es de esos placeres que cuanto más buscas, más saboreas, y más comprendes que, en realidad, cada uno de nosotros sabe muy poco de todo lo que hay por conocer.
El placer de escudriñar el pasado
Esto tiene un especial reflejo en la arqueología, una disciplina de la historia que rebusca en el pasado más lejano y más oculto y trata de comprender lo que ocurrió hace miles, si no millones de años atrás.
La mayoría de nosotros tiene una relación muy superficial con la arqueología, aunque los conocimientos que aporta suelen despertar el interés de todos, seamos más o menos avezados en el conocimiento de la historia. Tal vez todos llevemos un Indiana Jones dentro y queramos vivir aventuras rescatando antiguos tesoros y luchando contra el mal. Puede ser.
Indiana Jones hoy viajaría a un pueblecito de Burgos
Sin embargo, la arqueología de hoy dista mucho de la historia narrada por Steven Spielberg en sus magníficas películas. Hoy, en España, más concretamente en un pueblecito de Burgos de apenas 200 habitantes, se dan cita los verdaderos doctor Jones de nuestros tiempos. Atapuerca es el símbolo de un trabajo bien hecho que tiene como epicentro un territorio rural que no es lo que es por casualidad.
El sitio arqueológico de Atapuerca es el yacimiento más importante de España, y uno de los más importantes del mundo. Una excepción así bien merece una visita. Una visita que sorprende al visitante tal vez no por lo que se ve, sino por lo que se siente y por lo que se entiende, gracias al buen trabajo didáctico y de comunicación de sus 200 trabajadores, entre los que por supuesto hay biólogos, arqueólogos o paleontólogos, pero también médicos forenses, dentistas, restauradores y periodistas.
Atapuerca, abierto al mundo
El yacimiento de Atapuerca es un ejemplo de trabajo bien hecho desde sus inicios. El aprovechamiento de un recurso científico e histórico como atractivo turístico para una región entera. Una zona necesitada de economía y de actividad, de turistas que acudan a conocer lo mucho de bueno que tiene por ofrecer.
Atapuerca está situado entre dos grandes cuencas, la del Duero y la del Ebro. Los humanos que hace 900.000 años se quedaron a vivir aquí lo hicieron porque tenían agua, comida y refugio. El hecho es que la sierra de Atapuerca está completamente horadada. Hasta la fecha se han localizado 180 yacimientos, aunque solo se está excavando en nueve de ellos, por lo que quedaría trabajo para, al menos, otros 300 años.
Todo comenzó por casualidad
Las excavaciones en la sierra de Atapuerca comenzaron en 1895, cuando una compañía inglesa quería coger el carbón que había en la sierra y llevarlo a Villafría, que está al otro lado de la montaña, y de Villafría, a través de la línea férrea Madrid-Irún, a los altos hornos del País Vasco.
Los ingleses cortaron una de esas colinas por la mitad, les amparaba un contrato con la Diputación de Burgos que les permitía quedarse con todo lo que encontraran en la montaña. Lamentablemente para sus intereses, solo encontraron roca caliza, pero no se dieron cuenta de que estaban cortando tres grandes cuevas.
Extrajeron lo que pudieron durante 21 años, hasta que llegó la crisis del carbón y se arruinaron. Tras un intento infructuoso de convertir el ferrocarril minero en uno de viajeros, los ingleses se marcharon y llegaron los canteros, que siguieron extrayendo la roca caliza de Atapuerca.
Buscaban osos, pero encontraron humanos
En 1974 Trino Torres acudió a la zona buscando el Ursus deningueri, el oso de las cavernas. Torres accedió a lo que hoy se conoce como la Sima de los Huesos, donde localizó osos pero también, sin buscarlo, una mandíbula humana. Como él no sabía de humanos se lo llevó a Emiliano Aguirre, que identificó el resto óseo como de un Homo heidelbergensis, de unos 430.000 años de antigüedad.
Esa mandíbula fue el inicio del equipo de excavación que hoy prosigue sus trabajos. Tras la jubilación de Aguirre, en 1990, tres codirectores tomaron el mando, Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro. Ellos dirigen un equipo de 220 excavadores de 22 nacionalidades, que excavan durante seis semanas al año, del 17 de junio al 25 de julio.
Como explican los guías que acompañan a los visitantes durante la visita a la excavación. Los trabajos “de campo” duran solo seis semanas cada año porque “en un día bueno” son capaces de extraer 300 piezas, “lo que da para estudiar mucho tiempo en los laboratorios”. La filosofía que siguen es que es mejor excavar poco a poco y tener los estudios al día que sacar muchas piezas y no tener capacidad para estudiarlas. Como dice Eudald Carbonell, uno de los directores del yacimiento, “si antecessor ha esperado 900.000 años para que le saquemos a la luz, por que espere 900.010 tampoco va a pasar nada”.
Un caso de éxito
La historia de Atapuerca es una historia de éxito, tanto en lo científico, como en lo divulgativo, como en su aprovechamiento como recurso turístico y económico. Alrededor de 80.000 personas acuden cada año al yacimiento, suponiendo un importante activo para la economía de todo Burgos y de la propia Castilla y León.
En Atapuerca se ha frenado el despoblamiento y se ha rejuvenecido notablemente la población. La Zona Arqueológica Sierra de Atapuerca ha sido declarada Bien de Interés Cultural y Patrimonio histórico de España, además de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Unos reconocimientos que atraen a más y más visitantes, interesados por la historia y la cultura de la región, incluyendo su excelente gastronomía.
Atapuerca es un lugar de obligada visita para todo aquel amante del turismo rural, histórico y cultural. Una experiencia en la que sus guías juegan un importante papel educativo, conformando una actividad de turismo rural para todos los públicos que conviene completar acudiendo al Museo de la Evolución Humana, en pleno centro de Burgos. Una ciudad que vive abierta al entorno rural que la rodea y que está sabiendo exprimir el filón abierto en Atapuerca, un filón de nada menos que un millón de años de historia.