Por qué apenas valoramos el agua en los pueblos
Un día del mes de agosto del verano pasado, la chiquillería de Aragoncillo (Guadalajara), de entre cuatro y trece años más o menos tenía una guerra sin cuartel. Armados con pistolas, rifles, globos y otros cacharros de plástico llenos de agua se divertían por el frontón y alrededores. Unos colmaban los artilugios con agua en sus casas, otros lo hacían en la fuente de detrás de la iglesia y los menos en la fuente redonda de piedra arenisca de agua no potable.
Ante tanto despilfarro de un bien tan escaso como el agua en este pueblo les pedí que dejaran la batalla. Nunca me había sentido tan mal, pues los niños se quedaron chafados porque les había fastidiado su fiesta. Algunos, los más mayores me miraron con cara de pocos amigos. Los reuní y les expliqué por qué no había que desperdiciar un bien tan preciado. Lo entendieron y todos dejaron su particular batalla.
Desde hace varios años he visto que en Aragoncillo y en otros muchos pueblos no le damos al agua la importancia y el valor que tiene y parece que tampoco estamos muy concienciados con su uso desmedido. Quizás sea porque en varios pueblos de la zona o bien el agua no se paga o el metro cúbico se cobra a un precio irrisorio si lo comparamos con las ciudades grandes donde vivimos la mayor parte del año, y ridículo si lo comparamos con otros países europeos donde llueve mucho más que en España.
Algunos datos: se calcula que cada español consume por día 150 litros; pagamos de media 1,88 euros el metro cúbico, frente a los 3,55 de media europea. En nuestro país abonamos una media anual de 250 euros por hogar, en Dinamarca, 800. Y otro dato preocupante, desperdiciamos alrededor del 15% del agua potable en la red porque en muchas zonas está obsoleta. No sé en Aragoncillo, pero seguro que esta última cifra no variaría mucho si se realizara un estudio.
Está claro que a la mayoría no nos gustaría pagar nada por el agua ni por otros bienes de los que disfrutamos. Pero sirva este ejemplo. Gracias al dinero recaudado en el pueblo con el agua se arregló la pista que sale desde El Lagunillo hasta Las Coberteras.
Costumbres arraigadas
Nada más llegar al pueblo en verano, lo primero que se hace es poner lavadoras y lavadoras con las cortinas, sábanas, toallas… sin tener en cuenta de que el agua escasea y, a veces, baja tanto el nivel del acuífero que hay que poner en marcha la bomba para que el agua pueda llegar al pueblo. Menos mal que en realidad el gasto mayor dura unos 15 días, coincidiendo con las fiestas patronales,, pues de lo contrario casi seguro de que agotaríamos el acuífero. Aún así, algún verano se ha tenido que pedir refuerzo a la Diputación y llenar el depósito con camiones-cisterna. No pensemos que la gran nevada de este invierno será la gran solución ante la escasez de agua para todos los veranos.
Por otra parte, la mayoría de lavadoras y lavavajillas que se utilizan en el pueblo, aunque se van modernizando poco a poco, son bastante viejos y su consumo de agua es muy superior a las de últimas generación. Un ejemplo: a una señora del pueblo se le salía la espuma del lavado por todas las partes y cuando una persona se acercó a ver si era el filtro el que estaba sucio, resulta que ese electrodoméstico ni siquiera lo tenía. De manera que esta lavadora no era vieja, se trataba de un “fósil del Terciario”.
Pero lo que clama al cielo es ver a algún vecino lavando el coche en la puerta de su casa, -una imagen frecuente en muchos pueblos pequeños- además de estar prohibido y no hacer esto jamás en la ciudad donde vivimos la mayor parte del año; este hecho demuestra que tenemos poca conciencia sobre este bien tan valioso y tan escaso. Algunos incluso utilizamos las fuentes públicas para dejar inmaculado nuestro buga cuando caen los caños y llenan el pilón. Y el argumento de defensa es que gastamos esta agua porque se pierde. Pues no, el agua no se pierde pues irá a algún acuífero o bien a un riachuelo. Además, con los potingues que echamos para que quede reluciente el auto estamos contaminando y degradando el medio ambiente.
Sequía y escasez de agua
El cambio climático está provocando cada día más sequías prolongadas.Y no hace falta citar ningún estudio sobre la sequía en el mundo o sobre los millones de personas que pasan sed en los países menos desarrollados y más pobres. Sobre todo los africanos. Basta con no irse tan lejos.
En España llueve cerca de un 25% menos que hace 50 años y es uno de los países más secos de Europa y va camino de convertirse entre los más secos del mundo. Las olas de calor cada día más intensas provocan la evaporación de las aguas embalsadas. Algunos estudios indican que los acuíferos de los que dependen muchos pueblos pequeños disminuirán de forma notoria.
En Peñalén (Guadalajara) se publicó un reportaje en la estupenda revista “La Encomienda” sobre las fuentes y manantiales que habían desaparecido como la espuma desde los años sesenta del siglo pasado hasta nuestros días. Pues bien, de las 70 fuentes que servían para beber a los lugareños, a su ganado y diversa fauna solo quedaban 15 en fechas recientes.
De hecho, la alcaldesa de Peñalén, Esther Rubio, ecologista convencida, expresa su preocupación a este periódico y está por la labor de recuperar alguno de los manantiales que no se hayan secado del todo.
Raúl Silgado, buen conocedor del termino municipal de Aragoncillo, también me comenta que antaño había muchas más fuentes en este pueblo. Y así en varios municipios de la Comarca de Molina y el Alto Tajo. Y lo peor es que la pérdida de los manantiales provoca la desaparición de especies vegetales y la disminución de la fauna, en especial la volandera que cría en buena parte del territorio español.
Consejos para ahorrar agua
- Apaga la ducha mientras te enjabonas el pelo
- No tardes más de tres minutos en ducharte.
- Cierra el grifo mientras te lavas los dientes o bien te afeitas
- Mejor ducharse que bañarse.
- Usa el lavavajillas solo cuando esté lleno.
- Si lavas las frutas y verduras hazlo en un recipiente y luego utiliza esa agua para regar las plantas.
- Repasa todos los grifos de la casa y mira si alguno gotea.
Foto destacada: Fuente del Paradero, en Paniza (Zaragoza). EDR