Niños enlatados antes de ir al cole en Lalín
Que este año la vuelta al cole va a ser más complicada que nunca lo tenemos todos claro. Pero siempre hay alguna excepción que confirma la regla y hace prever que habrá escolares que lo tengan un poco más difícil, aunque sea en el tránsito que va de la casa a las aulas.
Algo así les va a suceder a los estudiantes de los núcleos de población más rurales de Lalín, en Pontevedra, cuyo Ayuntamiento, gobernado por el PP, queriendo satisfacer las reiteradas demandas de los vecinos, se ha decidido a instalar unos cubículos de chapa en los lugares de Barciela, Bustelo, Palio, Santiso y Lodeirón, con el sano objetivo de facilitar a cubierto la espera de los autobuses escolares que unen a la dispersa población rural del concello con los colegios e institutos de Lalín.
Los han llamado marquesinas, porque en teoría esa es su función, pero lo cierto es que más bien parecen latas de conservas “vintage”, casetas de obra o de aperos agrícolas, e incluso, echando a volar la imaginación, podemos localizarlos en cualquier película de terror de serie B, en la que el sheriff de un pueblo del medio oeste norteamericano encuentra un misterioso cadáver semioculto en el rincón más escondido.
Cualquier cosa menos un espacio adecuado para no estar a la intemperie en los amaneceres más duros del invierno -recordemos que en Galicia amanece más tarde que el resto de España-, en una zona donde la pluviometría media puede llegar hasta 200 días al año, concentrados además en los meses de periodo escolar.
Lalín es una ciudad con más de 20.000 habitantes, con una clara vocación industrial, pero que cuenta con un 50% de su población en zonas rurales, con presencia importante de explotaciones ganaderas de leche, además de producciones agrícolas orientadas en su mayoría a la alimentación del ganado, junto a pequeños huertos familiares. Todo ello, junto a varias cooperativas.
Los hijos de estas familias de ganaderos son los que se van a terminar de espabilar, cuando llueva, con el repiqueteo del agua en la chapa de sus nuevas marquesinas. Porque sonar fuerte, seguro que suena, de eso no hay duda.
El modelo de marquesinas está siendo criticado por los grupos de la oposición en el Ayuntamiento, BNG, PSOE y Compromiso por Lalín, aunque la mayoría absoluta del PP, con 11 concejales frente a 10 del resto de grupos, deja poco margen de maniobra.
La cuestión es, cómo le reclaman ahora al Ayuntamiento que los niños rurales del concello se merecen para la espera del autobús un bajo techado más estándar, más digno y agradable que una pequeña, oscura, fea y siniestra lata de metal.
Sin olvidar que en las circunstancias con las que se presenta el próximo curso por la COVID-19, estas marquesinas tampoco son el espacio más apropiado para guardar distancia social cuando los estudiantes se apretujen dentro, escapando de la lluvia y el frío.