Los otros lobos… y los lobeznos
Se podía leer en este periódico hace un mes más o menos que en el Ministerio de Transición Ecológica habían tomado la decisión de declarar al lobo como especie protegida en toda España. Ahora, al norte del Duero está considerada como especie cinegética en las zonas que más presión ejerce sobre el ganado extensivo (pastoreo).
Por otro lado, Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, ha dicho que los científicos han considerado aumentar en 50 manadas más de aquí a 2030 para que se consiga una población estable. Pues como lo afirman los científicos no se hable más.
No soy experto en lobos ni lo pretendo, pero lo que primero llama la atención es lo de el aumento de 50 manadas hasta 2030 porque ahora mismo no se ha hecho recientemente un censo real y verdadero del número de ejemplares en el territorio español como para fijar una cifra tan exacta. Pero lo que realmente me indigna es la falta de respeto que se ha tenido con la gente del campo, los ganaderos, al no contar con su opinión sobre el asunto.
Desde siempre, se ha despreciado la sabiduría de ese ganadero que conoce perfectamente las costumbres del lobo. Sí, no sabrá su nombre en latín, pero controla sus correrías al pie de la letra; sabe si está “picado” con un determinado rebaño produciendo ataques frecuentes; entiende que le es más fácil atacar el ganado doméstico que el salvaje porque es mucho más fácil cazarlo y no duda de su crueldad cuando entra en un rebaño, pues mata mucho más ovejas y cabras de las que necesita. Y sobre el número de ejemplares que campean en la zona donde pastorea no se equivocaría mucho si se lo preguntaran.
En fin, todo se pone en contra del ganadero de extensivo, algo fundamental para que nuestros bosques estén más limpios, se fije más población rural y comamos carne más rica y con mejores propiedades nutricionales que la estabulada. Ni tan siquiera el propio Joaquín Araujo, ganadero de cabras como así se define , les echa una mano a los pastores , afirmando que al pastor que se lo curra no le matan su rebaño los lobos si está con él, ayudado por mastines, y por la noche lo encierra. Aunque eso sí, termina asegurando que lo que se paga por la carne es una miseria.
Pues hombre señor Araujo si todos los pastores como usted tuvieran la fortuna de dar al año más de 100 conferencias, hubieran publicado numerosos libros y cientos y cientos de artículos periodísticos, a lo mejor se podrían permitir el lujo de poseer un rebañito de cabras u ovejas de no más de 30 cabezas, “divertirse” por el día con ellas cuando tiene tiempo y cerrarlas por la noche.
Lo suyo es que el ganadero que pastorea su rebaño tenga derecho a descansar y, de vez en cuando, deje a su ganado suelto defendido por mastines. Ese dueño del ganado como tenga que contratar a alguien para manejarlo no le compensa y tendrá que venderlo.
De otros lobos
Después de esta introducción del lobo, que se me ha ido demasiado larga, y eso que no se ha tratado sobre su consanguinidad en la Península, aunque nadie le prohibe cruzar de Italia para España y viceversa y otros aspectos como su función en el ecosistema, entre otros, entremos a conocer los otros lobos y los lobeznos.
Estos cánidos tardaron pocos días en multiplicar su presencia en los medios de comunicación y en las cercanías del Ministerio de Medio Ambiente y Transición Ecológica (Miteco), una vez que se formó el actual Gobierno. Unos en busca de protagonismo y otros a por la carnaza en tiempos de bonanza, sabiendo que la mayoría de los actuales políticos ministeriales están a favor de sus ideas y de sus pretensiones.
Los otros lobos son:
- Los que buscan subvenciones para hacer campañas contra la caza y a favor del medio ambiente.
- Los que mienten sobre el número de perros abandonados por los cazadores. Menos mal que la Fundación Purina ha demostrado que no es verdad lo que cacarean. Aunque con uno que se abandone ya sería motivo suficiente para denunciarlo.
- Los que argumentan que la mayor parte de las subvenciones que reciben las asociaciones ecologistas provienen de la casilla de la declaración de la renta de “fines sociales” y que no nos cuestan nada. Como si el que pone la cruz en este lugar solo estuviera pensando en estos grupos y no en otras acciones humanitarias.
- Los profesores que no cuentan a los niños en la escuela la verdad sobre el equilibrio natural con la presencia de carnívoros predadores y de víctimas, en su mayoría herbívoros. Pues sí, el lobo caza “bambis” y se los come.
- Los que todavía no se creen que ya han ganado la batalla a los cazadores hace ya unos años porque estos últimos están disminuyendo a pasos agigantados.
- Los que no cuentan con agricultores, ganaderos y cazadores para llegar a acuerdos sobre biodiversidad y, además los desprecian. Por ejemplo, Hugo Morán.
- Los que confunden el bienestar animal con adoptar un perro y tenerlo en casa tan gordo como una morsa y no pase vergüenza cuando lo lleva al veterinario a cortarle las uñas.
- Los que se olvidan que han tenido que llamar bastantes veces a los cazadores para que cacen especies invasoras como la malvasía americana para que no se hibride con la española o los corzos en algunos aeropuertos, además de los cetreros con sus aves de presa.
- Los que presumen de defensores de la fauna de una manera radical y luego podan la arizónica de su chalé en pleno mes de abril cuando están anidando verdecillos, verderones y pardillos, entre otros. Es decir que no tienen ni idea sobre el comportamiento animal.
- Y los que vigilan a los que destruyen la naturaleza en su conjunto y son muy necesarios para denunciar las barbaridades en contaminación, pifias de algunos cazadores y pelean de verdad con argumentos y pruebas de que estamos destruyendo poco a poco el planeta y, además, son dialogantes.
Y los lobeznos son:
- Aquellos que cuando van al pueblo miran con odio a los que salen al campo con la escopeta al hombro.
- Aquellos que en verano se pasan en el pueblo casi todo el día durmiendo, salen de fiesta por la noche, apenas caminan por el campo y cuando van de excursión al río cambian los prismáticos para observar la fauna por el tinto de verano.
- Aquellos que recién licenciados se creen que conocen algo del campo y confunden una paloma torcaz con un gorrión.
- Aquellos que en lugar de guardar los envases para reciclar dejan sus lugares de divertimento como un estercolero. Eso sí, pobres animalitos.
- Aquellos que no son capaces de pasarse ni un día por la huerta del abuelo o del familiar para ayudar y para aprender cómo se cultivan muchos productos ecológicos.
- Aquellos que se sienten como nadie defensores de la naturaleza y no charlan ni una vez con los mayores del pueblo sobre la fauna y flora de la zona.
- Aquellos urbanitas que se creen más sabios en materia de campo que los pueblerinos porque han leído cuatro libros.
- Aquellos que aplauden cuando entran en granjas de animales y sueltan ejemplares que luego se convierten en especies invasoras destruyendo nuestra fauna.
- Aquellos nuevos ecologistas de moqueta y de palabra que no hacen trabajos de campo para conocer de verdad los diferentes ecosistemas.
- Aquellos jóvenes que se bajan en el móvil aplicaciones relacionadas con el medio ambiente, cánticos de aves, los pájaros y otros animales del campo por donde merodean con cierta frecuencia en lugar de los jueguecitos que te vuelven majara.
Gente de campo
Hace más de 40 años llegaron a Peñalén (Guadalajara) dos biólogos, especializados en ornitología. Acudieron al bar del pueblo y preguntaron si alguien conocía los pájaros. Todos señalaron a mi hermano pequeño, así que se acercaron por casa y les acompaño toda una jornada y encima les “regaló” unos cuantos nidos de pardillo común, jilguero, mirlo acuático, chochín, collalba, tarabilla y gorrión chillón, que yo recuerde. Contaba mi hermano que los ornitólogos estaban entusiasmados con él y que no conocían casi ningún pájaro cuando volaba y mucho menos donde podían hacer sus nidos. De manera que le habían pedido que los acompañara al día siguiente, pero resulta que no pudo ir con los dos entusiastas ornitólogos porque tuvo que desplazarse al monte a por leña. Sin embargo, los dos licenciados tuvieron el detalle de regalarle la guía de aves de España y de Europa, conocida como la Peterson, que en aquellos años su edición incluía láminas de huevos de diferentes aves. Aquel libro lo conservó toda la vida como oro en paño. Cuando su hija tenía tres años era sorprendente la cantidad de pájaros y de animales que conocía.
Eran otros tiempos en los que las personas no íbamos con tanta prisa como ahora y siempre con otro talante. El de aquellos jóvenes licenciados, muy distinto al de los actuales porque tuvieron la humildad de reconocer que mi hermano sabía interpretar mucho mejor la naturaleza que ellos y se convirtió por un día en su maestro.
Un respeto por la gente de los pueblos que patean con ilusión por conocer más la naturaleza y una obligación de contar con ellos cuando se quiera saber algo o tomar decisiones importantes sobre lo que les atañe.
Foto destacada: Un lobo, en el Centro del Lobo Ibérico de CyL – Félix Rodríguez de la Fuente. Autor: El Diario Rural.