Las aves más chillonas y las más discretas de nuestros bosques en invierno
Desde hace muchísimos años, el hombre ha atribuido a los animales, mamíferos y aves , sobre todo, cualidades humanas: el delfín, el elefante y el cuervo son muy inteligentes. Incluso hemos llegado más lejos y también nos hemos dejado seducir por los inventos mecánicos. Así, cuando se escribe de los coches, se dice, por ejemplo, que ese modelo tiene un comportamiento muy seguro y que es muy noble de reacciones en todo tipo de trazados. Incluso su diseño no deja de parecerse al rostro humano. Los ojos son los faros y la parrilla delantera, la boca.
Pero en el relato que viene a continuación, con las primeras nevadas del año en estos pueblos de montaña, cuando el campo, el monte, están inmersos en una quietud y silencio que casi sobrecoge, vamos a adjudicar a una serie de aves rasgos humanos que, además, son capaces de romper el silencio de esos montes envueltos en una sábana blanca como consecuencia de las heladas. Otros, en cambio, siguen con su clásica vida fantasmal.
Quizás los únicos que rompen la monotonía en las cercanías de los pueblos son los jilgueros encaramados en lo más alto del chopo, demostrando su destreza con los melodiosos y variados cánticos. También se mete en faena rara vez el zorzal real, procedente de Centroeuropa y Siberia.
De manera que vamos con las aves más escandalosas y chivatas, así como las más silenciosas y fantasmales que habitan estos parajes heladores en época invernal que son capaces de dejarte las orejas tan tiesas como una galleta. Es decir que si te las tocas se pueden partir en trozos, exagero, pero el frío es tremendo ayudado por los vientos.
Arrendajo euroasiático: chivato y escandaloso
Cuando uno se introduce por el bosque y, de repente, escucha unos sonidos algo así como crajj, crajj, bastante continuados no cabe duda de que es un arrendajo o una familia entera que se ha visto perturbada por la presencia humana u otro mamífero. Siempre están muy vigilantes y cazadores y estudiosos de la naturaleza los han utilizado siempre para localizar otro tipo de animales. Así, cuando de lejos se escuchan a los arrendajos montar su habitual algarabía, casi con toda seguridad anda por allí algún corzo, ciervo, jabalí, ciervo, garduña, gato montes, zorro, u otro bicho de cierto tamaño que los arrendajos lo delatan y no de dejan de “piarla” hasta que se aleja de su zona de campeo.
Este córvido de tamaño medio ha sido suficientemente estudiado por pajareros y ornitólogos. De manera que la mayoría sabemos que es bastante inteligente porque en otoño acapara bellotas, avellanas, nueces y otros frutos como los escaramujos que los esconde para su despensa invernal. Pero como no se acuerda de dónde ha dejado muchos de ellos, sirve para que nazcan parte de éstos pues muchos los camufla entre la manta vegetal del suelo, además de las oquedades de los árboles.
Con un variado colorido, nuestro vocinglero y ruidoso córvido destaca también por su variado colorido. En las alas posee unas plumas preciosas, casi de color azul turquesa, dignas de admirar.
Mirlo común: chivato y escurridizo
Acostumbrados a verlos tan mansos a escasos metros en los jardines de las ciudades, y a escuchar su potente y variado canto a comienzos de primavera, a campo abierto son mucho más ariscos y escurridizos.
Su voz de alarma no es tan persistente como la del arrendajo, pero cuando se espanta emite un sonido penetrante que sería incapaz de reproducir, pero que entra con fuerza por los oídos. De esta manera también alerta de la presencia de animales en el bosque. Además, cacarea incluso cuando es molestado por la noche por algún otro inquilino. Lo que no hace es seguirlo de rama en rama hasta que se vaya del lugar. Se limita a sus sonidos agudos.
Frente a su pico amarillo-anaranjado intenso de los machos en primavera, en invierno presenta un colorido más apagado. Las hembras son de color negro menos intenso que los machos.
Pito real: delator y chillón
Habita principalmente en los bosques caducifolios y se alimenta de hormigas y gusanos y larvas. Es el pájaro carpintero más frecuente y el que también se acerca bastante a los humanos.
Fornido y de color verde, destaca por su “gorra” roja tanto en los machos como en las hembras. Anida en troncos de árboles y se suele escuchar su tamborileo cuando pica con fuerza en los troncos, bien para buscar alimento, bien para construir su nido.
Cuando se espanta emite un sonido fuerte y chirriante durante poco tiempo, pero suficiente para delatar la presencia del hombre y de otros animales. Una manera de reconocerlo es fijarse en su vuelo ondulante; es decir como si fuese a empujones muy rápidos.
Es fácil localizar su presencia por los toc,toc, toc, que se oyen a mucha distancia cuando pica, sobre todo en los troncos secos.
Las aves fantasma
El bosque también está habitado por especies que prefieren pasar desapercibidas, porque precisamente su habitual comportamiento huidizo y discreto les sirve para ganarse la comida. De entre unos cuantos destacan el azor y su primo hermano menor, el gavilán.
Azor y gavilán: discretos
Dados a emitir pocos sonidos en invierno, lo que muchas veces delata su presencia son las plumas, pelos y huesos de algún esqueleto de aves e incluso de roedores del tamaño del conejo.
El azor es bastante más grande que el gavilán, capaz de cazar hasta liebres, en especial la hembra de tamaño mucho mayor que el macho. Las pocas veces que se puede observar sorprende por tener una espalda gris pizarra y un pecho blanco repleto de pequeñas rayas de forma transversal. Impresionan más sus ojos amarillos con la pupila negra y sus fuertes garras para su tamaño. Se utiliza en cetrería por su carácter bravo y valiente.
Muy pocas veces he tenido la suerte de verlo en pleno bosque, pero sí me ha pasado volando cerca como una centella, esquivando los árboles gracias a sus alas anchas y cola larga. Posiblemente sea la rapaz más letal de nuestro país y la que menos intentos de caza falla cuando se lanza a por la presa desde su posadero.
El gavilán es como un azor en pequeño y no compite en absoluto a la hora de atrapar presas, pues se alimenta de pequeños pajarillos como carboneros y herrerillos que consigue, al igual que su hermano mayor, gracias a su destreza en el vuelo entre el bosque tupido. Es también muy difícil de localizar, aunque en ocasiones habita en monte mas bajo que el azor.