Fuentes para salvar la fauna
Eran otros tiempos de mayor escasez pero más felices para los chicos campestres a los que le gustaba andar por el monte con sus perros como compañeros. Los chicos rurales disfrutaban descubriendo nidos y observando pájaros por todos los sitios.
Era una época, hace más de 50 años, que en plena canícula estival siempre encontrabas una fuente por el campo, bien porque veías por una zona pequeña más pájaros de lo normal o bien porque pronto oías los lengüetazos de los perros bebiendo agua. Estos sabían donde se encontraba el manantial o quizás su fino olfato los dirigía hacia allí.
Mi hermano pequeño y yo mismo fuimos testigos de haber vivido cientos de experiencias de este tipo y cuando algún pájaro emitía sonidos con cierta alarma seguro que era porque tenía las crías por allí cerca de la fuente o bien el nido. Así que sujetábamos los perros del collar, nos escondíamos detrás de una zarza o enebro, hasta descubrir dónde escondía el nido o los pequeños casi emancipados.
El caso es que antaño en cualquier pueblo había muchas más fuentes que en la actualidad. En un reportaje publicado en la humilde y preciosa revista “La encomienda de Peñalén”, descubríamos, no sin asombro, que de las 70 fuentes más o menos que había en Peñalén y que servían para calmar la sed de los trabajadores del campo y, por supuesto, de la fauna, solo quedan servibles no más de 15.
Las fuentes desaparecen de los pueblos
El resto de los manantiales más grandes o más pequeños han desaparecido y ya casi no se sabe donde se encontraban, ni se encuentran algunas. La gente poco a poco ha dejado de andar por el campo, no las han necesitado y se han ido abandonando.
La sequía también ha sido culpable de su desaparición, pero a juzgar por las opiniones de algunos vecinos de Peñalén, si se hubieran cuidado, todavía tendríamos muchas más fuentes de indudable utilidad para senderistas y, sobre todo, como ya he comentado antes, esenciales para la fauna.
Raúl Silgado, de Aragoncillo, también me confirma que hace años en este término municipal también había muchas más fuentes que ahora han desparecido por arte de magia.
Era muy curioso que cuando encontrabas un manantial, lo primero que hacías era mirar en la mata, zarza o matojo más cercano para encontrar un bote de hojalata escondido que, aunque oxidado, te servía para beber con más comodidad que echar el cuerpo a tierra. La estrechez de algunos manantiales ni siquiera te permitía esto último. Pero lo que sí hacías casi siempre es arreglarlo un poco a tu manera, bien retirando algún yerbajo o abriendo y ahondando un poco más el pequeño charco que se formaba.
La utilidad de las fuentes en el campo
Pastores y trabajadores del campo ya muy mayores todavía recuerdan que utilizaban zaques y botellas de vidrio para llevar el agua y cuando la gastaban, pues a rellenar a los manantiales. Era una época en la que las botellas de plástico afortunadamente no eran ni conocidas.
Para que los ganados abrevaran se utilizaban los pozos con canales de obra que eran rellenados por los pastores cubo a cubo de zinc. De modo que siempre se quedaban con la suficiente agua para numerosas aves y otras especies terrícolas. Con suerte, mucha de nuestra variada fauna utilizaba los cornaganos para saciar su sed, normalmente más escondidos entre el monte. Y siempre arropados por la sombra para evitar la evaporación del agua.
Cuando era pequeño, un hombre mayor de Peñalén me contaba que estando un día a la espera con su escopeta de que le entrara alguna paloma torcaz en el conocido como cornagano verde, le entró un lobo y no tuvo el valor de dispararle. Historia real de pueblo.
El agua, fuente de vida
Los ornitólogos nos vienen avisando de la creciente e imparable desaparición de los pájaros en España y en muchas partes del mundo. Los que hemos estado en contacto con la naturaleza desde muy pequeños no nos sorprende nada el aviso de los ornitólogos basado en metódicos estudios, porque nuestra experiencia campera lo ratifica al 100 por 100. Y me atrevería a decir que parte de esa desaparición o más bien disminución del número de pájaros depende -y mucho- de las pocas fuentes que han quedado en la mayoría de los pueblos de España. Sobre todo en la España seca.
De toda la vida, hasta hace unos años, las numerosas fuentes han estado repartidas por todo el término municipal. De manera que aves, mamíferos y reptiles no se han tenido que desplazar grandes distancias para beber agua. De esta manera solían anidar o criar cerca de los manantiales y lo tenían mucho más fácil para sacar adelante a su prole.
En esta zona del Alto Tajo, muy rica por el número de pájaros y sus diferentes familias era un gusto ver numerosas águilas y aves nocturnas, perdices, codornices, alcaravanes, palomas y tórtola común, cucos, cuervos y urracas, chotacabras en los caminos por la noche abubillas, pájaros carpinteros, alondras en los sembrados, mirlos, escribanos, gorriones, estorninos, tordos, tarabilla, carboneros, herrerillos, alcaudones, trepadores, jilgueros y pardillos, mosquiteros y currucas y cientos de aves más pequeñas o más grandes que llenarían varias páginas de este artículo.
En cuanto a los mamíferos, por citar alguno, no era extraño ver en alguna fuente a la zorra o al tejón al atardecer, al igual que la garduña, conejos, liebres, ratones y culebras como la de escalera y la bastarda.
De qué nos quejamos
Viene todo lo dicho a colación porque más de un veraneante de los que vienen a los pueblos a las fiestas y poco más lo he oído decir que ha dado un paseo por el campo y que apenas ha visto pájaros. Pero se ha quedado tan tranquilo. Y viene también esto a cuento porque me sorprende la actitud de muchos de los alcaldes de pueblos de la paramera de Molina de Aragón y del Alto Tajo, que es lo que conozco, que no han movido ni un dedo por recuperar las fuentes. Eso sí, se han creado rimbombantes aulas de interpretación de la naturaleza y hasta pistas de pádel en localidades que en invierno no tienen ni 6 habitantes.
Han construido también piscinas climatizadas que hay que cerrar en invierno por falta de usuarios, mientras el campo sigue abandonado. Es decir, que algunos tienen dinero, bien porque en el término municipal o pedanías han instalado molinos de viento las grandes compañías eléctricas o porque han recibido fondos de la Unión Europea.
Esther Rubio, alcaldesa de Peñalén, tiene pensado recuperar alguna fuente antes de acabar su legislatura que comenzó en mayo de 2019. Los demás alcaldes no sé lo que harán, pero no vendría mal tomarse en serio lo de la sequía de las fuentes para que al menos se pueda frenar en parte la desaparición de la fauna. Las pedanías lo tienen más difícil porque siguen siendo maltratadas, en general, por los ayuntamientos, pero esto último será motivo de otro artículo en este periódico.
Colegios, ONG, organismos oficiales… vienen realizando campañas de “Salvemos los árboles”. Quizás no vendría nada mal incluir de paso las fuentes en estas iniciativas, algunas de concienciación y otras prácticas sobre el terreno.
Foto destacada: Fuente del Paradero en Paniza (Zaragoza). Autor: A.J.M.