¡Es la energía…!
Hace unos días debatiendo con un amigo las cosas que pasan en este loco mundo, paró en seco la conversación, me miró unos segundos eternos con cara de estupor y, parafraseando la expresión que llevó a Bill Clinton a la Casa Blanca, me dijo: ¡es la energía, estúpido!
Lo clavó. Y me dejó clavado. No hay nada más esencial e imprescindible hoy en día que la energía. Lo es todo, sin ella no somos nada, que diría Amaral.
Esta época que nos ha tocado vivir necesita cada vez más energía para funcionar y su extracción del medio ambiente, en forma de carbón, petróleo o gas es, hoy por hoy, el fundamento imprescindible para que funcione la sociedad. Mientras el modelo siga siendo éste, el del crecimiento permanente, no cabe otra que seguir en esa tesitura. La de seguir extrayendo.
En 1952 el geólogo estadounidense M. L. Hubbert desarrolló una teoría en la predecía que el pico de producción de petróleo se alcanzaría en la década de los 70. Es el llamado peak oil o “pico de Hubbert”. El hallazgo de nuevos yacimientos provocó múltiples discusiones y polémicas al errar en las fechas.
Hoy en día esta teoría, aun siendo controvertida, está ampliamente aceptada entre las comunidades científicas y las industrias petroleras. La cuestión no se centra en si existirá un pico en la producción del petróleo sino en cuándo ocurrirá. Que el petróleo y resto de recursos fósiles son finitos nadie lo duda. En un momento u otro se llegará al límite de extracción.
Visto lo visto, las grandes empresas energéticas y países productores están disminuyendo drásticamente su inversión en búsqueda y extracción de petróleo, buscando alternativas al sistema para no ser tan dependientes de los fósiles y por añadidura (que no por imperativo) no desestabilizar más el clima.
Es decir, que ya estamos viendo que empieza a haber escasez de combustibles (léase subida de precios de gas-oil y otros carburantes, básicamente porque se dejan de extraer disminuyendo así la oferta). Hay que cambiar el modelo energético, buscar nuevas fuentes, y rápido o si no…
Hay que ir, y a toda prisa, desbocados, a coger el tren de la transición energética. Nos jugamos mucho, y para que ese tren arranque hay que, entre otras muchas cosas, buscar minerales como locos para poder electrificar todo lo que se menee. O eso dicen. Encomiable carrera. Allá vamos.
Conflicto en Cáceres
Los extremeños están alterados. En los alrededores de Cáceres se proyecta la explotación de un yacimiento de litio, mineral indispensable para la producción de baterías para los coches eléctricos, y los ánimos allí están caldeados. Teniendo en cuenta que este mineral tendrá, tiene, una importancia estratégica similar al gas y el petróleo, y que en la actualidad el 60% del litio del mundo proviene de China, el asunto salta de esfera.
Unos consideran que una mina a cielo abierto a sólo dos kilómetros del centro urbano es una barbaridad. Además del perjuicio evidente al entorno natural, van a necesitar cantidades estratosféricas de agua para sus procesos industriales. Y ya sabemos cómo andamos de agua.
Otros consideran que el beneficio que la explotación de la mina generaría a la ciudad, cuyos recursos minerales bastarían para fabricar 500.000 coches eléctricos cada año, sería muy relevante. La que podría ser la segunda mina de litio más grande del mundo, crearía en torno a 1.500 puestos de trabajo directos durante los dos años de construcción y alrededor de 700 durante los 26 años que se le supone de operación. A esto habría que sumar cerca de 2.000 empleos indirectos de empresas auxiliares.
Disyuntiva socio-ambiental al canto.
Transición y electrificación
El episodio extremeño es solamente una pequeña ilustración del entorno turbulento en el que nos vamos a mover en los próximos años y que nos va a traer de cabeza. Si no son minas, serán parque eólicos o granjas de placas solares. Unas veces aceptaremos y entenderemos que se hagan algunas cosas y otras quedaremos confundidos, perplejos y sin saber qué decir o pensar. Complejo.
La electrificación se encuentra en el centro del camino hacia la transición energética. Básicamente, consiste en sustituir aquellas tecnologías que utilizan combustibles fósiles (como el carbón, el petróleo o el gas natural) por otras que funcionen con electricidad. Pero no todos los procesos industriales del planeta se pueden electrificar. Donde es más evidente su implantación sería en el transporte terrestre (vehículos, trenes). pero no está tan claro su potencial en el transporte marítimo y desde luego, casi imposible en el aéreo.
Pero hay otros muchos procesos en los que se consumen cantidades gigantescas de energía y en los que no sería posible su introducción. La minería, fabricación de acero, cemento, ladrillos, azulejos… Todas ellas necesitan la generación de muchísimo calor, lo que haría muy ineficiente su utilización.
El caso singular en Galicia de la planta de fabricación de aluminio ALCOA, conocida por sus graves conflictos laborales, es digna de ilustrar. La empresa planteó el cierre de la misma por los excesivos costes de la emergía que la hacían económicamente inviable. Tras múltiples y complejas negociaciones entre las partes, Administraciones incluidas, se llegó al acuerdo de ‘hibernar’ la actividad hasta poder disponer de energía renovable, más barata, para encender los hornos.
En estos momentos hay 13 parques eólicos en construcción que proporcionarán, de una manera exclusiva y al máximo de su capacidad, el 30% de la energía que necesita ALCOA. Si el área de un solo aerogenerador ocupa una superficie de aproximadamente 2.500 metros cuadrados, y cada parque eólico puede tener decenas de aerogeneradores, multipliquen eso por 13 a ver que superficie nos sale… una barbaridad de hectáreas y sólo para el 30% de sus necesidades.
Sin duda, la presión social de los más de mil trabajadores de la planta y de la población local ha empujado a una solución energética singular. Y aunque los trabajadores de ALCOA han conseguido mantener viva la comarca, este tipo de soluciones son difícilmente exportables a otras plantas similares. Tendríamos alfombrado medio país con placas y aerogeneradores.
Y ese es el tema de las renovables. Para producir la misma energía equivalente de un barril de petróleo, de un metro cúbico de gas o de una tonelada métrica de carbón, la energía eólica o solar necesita muchísimos metros cuadrado de superficie. La energía fósil está concentrada, mucha energía en poco volumen y se puede transportar muy fácilmente, la renovable es dispersa, se necesita mucha superficie para producir menos energía y plantea numerosas dificultades… y no sólo en el transporte.
En definitiva, que la electrificación sea clave para descarbonizar nadie lo duda. Que todo se pueda electrificar, también está claro que no. No todo el uso de la electricidad se condensa en el encendido de una bombilla o una nevera.
Estamos en un punto en el que no sólo aún no estamos ayudando a rebajar las consecuencias del cambio climático, sino que lo estamos acentuando porque estamos gastando la misma energía de siempre, añadiendo la que estamos utilizando para minar la tierra, producir aspas o fabricar paneles.
A ver en qué momento la pescadilla deja de morderse la cola
Protestas y dilemas
El problema es que mientras intentamos sustituir las energías fósiles, estamos embistiendo y arrollando nuestro medio ambiente buscando litio, cerio, samario, holmio o europio, entre otras cosas raras.
Las protestas de nuestra población en Cáceres, en Galicia o en cualquier otro lugar deben ser los catalizadores de estas transformaciones. La voracidad de las empresas debe fermentarse porque la premura de los tiempos para conseguir los objetivos provoca que las Administraciones, con bastante frecuencia, miren hacia otro lado. Abrir la tierra en canal, sembrar las crestas de nuestras montañas de molinillos y cubrir nuestros campos con paneles solares deben ser acciones consensuadas y validadas por todos los agentes promotores y poblaciones. El consenso y el equilibro deben ser las bases de los proyectos.
Es absurdo pensar que los problemas medioambientales son menos importantes que los económicos porque todo está relacionado. No existen soluciones sencillas a problemas complejos y las protestas deben llevar a trabajar las soluciones que reviertan a las zonas afectadas un valor añadido por las posibles afectaciones medioambientales. No lo olvidemos.
La crisis energética y las últimas decisiones políticas llevan camino de convertir a España en un país exportador de energía. La “excepción ibérica”, los recursos renovables, H2Med, … parece que en términos globales estamos tomando muchas y buenas medidas. Pero sin las protestas, la empresa no hubiera modificado el proyecto de mina a cielo abierto a subterráneo, no hubiera propuesto utilizar aguas residuales en circuito cerrado, que el mineral que se extraiga en Cáceres se transforme en Cáceres para que ese valor añadido no se escape, etc.
En definitiva, que no debemos aceptar porque sí, y a la primera, estos proyectos maravillosos que nos prometen energía limpia, verde y maravillosa o minas prodigiosas que nos conviertan en los reyes del mambo de las baterías de coches, mientras destrozan nuestros campos o destripan nuestras tierras.
Primero NO. Y luego ya veremos.
Foto destacada: Molinos de viento junto a una explotación ganadera en Castilla y León. Autor: Joaquín Terán.