Por una sanidad rural digna, con pandemia o sin ella

Miles de ciudadanos han salido a las calles de pueblos y ciudades a exigir algo básico: una sanidad rural digna y de calidad.
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Una pandemia asola estos días el mundo. Pocos vaticinaban que algo así podía pasar y, sin embargo, está pasando delante de nuestras narices. El coronavirus infecta y llega a matar a los menos afortunados, a los más débiles y a los más mayores. Un virus es una criatura implacable. Su modus operandi es tan eficaz como cruel: infectar y multiplicarse para seguir infectando, en un bucle imparable ante el que nos sentimos indefensos.

La distancia social aparece como la única arma al alcance de nuestra mano para poner freno al Sars-CoV-2, un virus de nombre impronunciable pero de efectos bien sencillos: enfermar y matar. A más de un millón de personas ya en todo el planeta. La distancia se postula como una herramienta útil, y de eso en el medio rural tenemos de sobra.

Sin embargo, hay otra arma, también muy importante, con la que nos enfrentamos estos días a la enfermedad, un arma más humana, con nombres y apellidos concretos. Se trata de los médicos, enfermeras, auxiliares y personal administrativo. Hombres y mujeres que luchan cada día contra el virus, salvando miles de vidas y mitigando el sufrimiento de otras tantas. Ellos conforman lo que luego los medios y los políticos llaman el sistema sanitario.

Sistema sanitario orgullo de España en muchas ocasiones. Objeto de todo tipo de proyectos, leyes y planes estratégicos. Víctima de recortes en toda crisis que nos ha acometido. Ejemplo para el mundo. Y primera y última esperanza de todo aquel que, desafortunadamente, se enfrenta cara a cara con la enfermedad.

Una sanidad digna

Las plataformas de la España vaciada han sacado esta semana a las calles de pueblos y pequeñas ciudades a miles de personas. Lo que no es poco en tiempos de confinamiento. Su reivindicación: una sanidad digna y de calidad. La dignidad, un concepto en origen aplicable a las personas, más que a los sistemas, pero perfectamente extensible. Digno es aquel merecedor de respeto, aquel que no debe ser maltratado ni denostado. Es decir, todos los seres humanos e incluso animales.

En territorios como Palencia, Ávila, La Rioja, Asturias, Jaén, León, Segovia, Teruel, Guadalajara o Salamanca, entre otros, los ciudadanos salieron a la calle para mostrar, con su presencia, su exigencia de un servicio público tan básico e imprescindible como la sanidad pública. Una sanidad con centros abiertos, que presten atención presencial a los ciudadanos, con profesionales en número suficiente y remunerados adecuadamente, dotados de medios y orientados a dar un servicio de calidad, no a cubrir el expediente.

Una sociedad moderna no tendrá futuro si no garantiza la igualdad de los ciudadanos y ciudadanas. La igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de oportunidades entre ricos y pobres y la igualdad territorial, sobre todo en el acceso a servicios básicos como la educación, la sanidad, la cultura y las infraestructuras.

La sanidad cura, la sanidad consuela, la sanidad mejora nuestras vidas, pero la sanidad necesita recursos suficientes para ser viable. La sanidad lucha, además, contra el despoblamiento, pues si el centro de salud cierra, la vida en el pueblo es un poquito más dura, un poco más complicada, es peor.

La reivindicación de la España vaciada esta semana, este año, se han centrado en la sanidad, pero no se olvidan otras luchas como la educación, las infraestructuras viarias y de conectividad, o mejores ayudas a la agricultura, la ganadería y el desarrollo rural. El medio rural seguirá luchando, con pandemia o sin ella, apelando a su dignidad, como realidad, como espacio, como patrimonio y como conjunto de ciudadanos. Ciudadanos que siguen recordando día a día, como dice uno de sus lemas, que ser pocos no resta derechos, o no debería restarlos.

Galería de fotos de las protestas del 3 de octubre de 2020 por una sanidad rural digna

Fotos: Coordinación de Plataformas de la España Vaciada y de sus respectivos autores.

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