El coronavirus deja en capilla al Alto Tajo
Hace tres fines de semana se iban a reunir en Peñalén, localidad enclavada en el Alto Tajo, varios políticos y técnicos de Castilla-La Mancha, con la finalidad, entre otras, de dar impulso al comienzo de la restauración de las minas a cielo abierto de caolín, muy cercanas a la localidad.
Como ya habíamos comentado en otro artículo en este periódico, el descuido de la minería estaba causando estragos en el lecho del río Tajo y, por supuesto, en el precioso paisaje de esta zona. Y lo mismo que ha pasado con miles de proyectos en toda España, el coronavirus ha dado al traste con la cita peñalena y con los comienzos de restauración.
Me da rabia, porque la excelente y emprendedora alcaldesa de Peñalén, Esther Rubio, ha visto como sus esfuerzos e ilusión por mejorar el paisaje de su pueblo se han chafado, de momento.
Pero así como el coronavirus ha paralizado miles de iniciativas, también debería servir, ahora que nos han internado, para pensar y “reinventarse”, esa palabra tan de moda en los últimos tiempos. Y es que la gestión del Parque Natural del Alto Tajo necesita muchos cambios en cuanto a la protección de su biodiversidad, ligada al control del turismo veraniego en algunas zonas concretas, así como a una mayor y mejor información a sus visitantes para que pongan en valor el terreno que están pisando.
En principio, no se entiende cómo el director del citado parque lo esté dirigiendo en un despacho a más de 150 kilómetros de distancia. Excepto en España, no he visto esto en ningún sitio del mundo.
El potente estudio sobre la conservación de la formidable águila perdicera y el más reciente de los intentos de introducción del quebrantahuesos, aunque muy oportunos, no parecen ser suficientes para poner en valor el impresionante cañón del Tajo. Por experiencia, cuando regentaba un alojamiento rural por la zona y acompañaba a los visitantes, las citadas acciones deberían ir acompañadas de otras más amplias y profundas sobre la diversa fauna del Alto Tajo.
Ante las preguntas de los más curiosos o quizá más entendidos, casi nunca sabía responder sobre la densidad poblacional y el cambio de costumbres de mamíferos como la nutria, garduña, gato montés, jineta, tejón y zorro, entre otros. Sin olvidar a algunas aves que tienen en el río su hábitat, como el mirlo acuático y el martín pescador, cada vez más escasas. Así también, las aves de presa diurnas y nocturnas, con recuentos actuales insuficientes en algunas zonas del parque, como así recuerdan algunos ornitólogos.
Por supuesto, no vendrían mal también trabajos de campo sobre las especies cinegéticas, no solo de la cabra montés, con el fin de evaluar la mayor o menor presión que deben ejercer sobre ellas los cazadores.
Turismo ornitológico
En espera de cómo transcurrirá el próximo verano, el pasado eché en falta un control más exhaustivo de sus visitantes -demasiada presión en algunas zonas, como el Puente de San Pedro o el Salto de Poveda- y escasa información sobre la fauna y la flora que tiene en este parque uno de los ecosistemas más privilegiados de España.
En las localidades de Corduente y Orea hay aulas de interpretación de la naturaleza, pero no son suficientes, para atender a aquellos que saben que la mejor forma de ver pájaros, y con suerte otro tipo de animales, es pateando el terreno.
Eché de menos que en miradores como el de Zaorejas y otros puntos estratégicos del cañón del Alto Tajo no se encuentre a ningún experto que informe a los visitantes sobre las aves, plantas y mamíferos.
Me refiero, sobre todo, al poco aprovechamiento que se le da al llamado turismo ornitológico. Bien organizado, seguro que acercaría a la zona a muchos más aficionados a la observación de las aves, donde en algunos países como Inglaterra y Países Bajos, entre otros, son legión. De esta manera, seguro que habría una mayor ocupación de los alojamientos rurales.
Pero, cuidado, no se trata de colocar en una caseta de madera a un voluntarioso(a), que sepa marcarte una ruta o bien te explique de forma muy somera las virtudes del lugar. Lo razonable sería que además de situar más puntos de información, en cada uno de estos se encontraran especialistas que organizaran excursiones diarias, sobre todo los fines de semana, para observar las aves, fotografiarlas y disfrutar de sus comportamientos.
No creo que el contratar a expertos desde el 15 de junio al 15 de septiembre, por ejemplo, fuera especialmente costoso en relación al montante económico que se podrían dejar los visitantes en la zona. Y de forma puntual, no vendría nada mal que se realizaran caminatas con ornitólogos en primavera, cuando las aves visten las mejores galas y en otoño e invierno, cuando se observan mejor las que no emigran al haber caído las hojas de los árboles.
De carreras por la pista forestal
Pasear por la pista forestal que transcurre por la margen izquierda del río Tajo en verano es un suplicio. Buena parte de los visitantes del Parque lo hacen en coche y circulan a toda velocidad, levantando una polvareda insoportable. El verano de 2019 decidí ir andando al Salto de Poveda desde el comienzo de la pista que parte de la carretera. Pues bien, no he tragado más polvo en mi vida, así como algunos ciclistas que me encontré. Los coches pasaban a tu lado, conducidos por energúmenos que seguro que no tenían ninguna prisa.
Por la tarde, decidí recorrer el tramo que nos lleva desde el Vivero de Peñalén a la Fuente de Las Tobas y me pasó lo mismo. Menos mal que ya siendo un poco tarde, apenas pasaban coches y una divertida zorra decidió llenar la panza a escasos metros de mí con los restos de los comensales de este precioso merendero. Ni se inmutó por mi presencia.
Dicho esto, estoy convencido de que hay fórmulas para reducir la entrada de los coches por algunas zonas del parque y de advertir con señales de que se circule mucho más despacio. O que no dejen pasar vehículos en ciertos tramos.
Recuerdo que antaño, en algunos taludes de la pista, apenas frecuentada por el tráfico, anidaban en el musgo muchos más chochines, unos simpáticos y vivarachos pajarillos marrones, rechonchos, muy pequeños. En los últimos tiempos no he visto ya ninguna pareja criar al lado de la pista.
En cualquier caso y siendo justos, en los últimos cuatro años y pico se ha vuelto a revitalizar algo el Alto Tajo, tras haberlo dejado como un solar la nefasta y denunciable gestión de la señora Cospedal, cuando fue presidenta de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha; recordada ahora también por los brutales recortes en la sanidad pública que caros están pagando ahora los ciudadanos de esta Comunidad.
Foto destacada: Indicaciones de rutas en el Parque Natural del Alto Tajo. Autor: Joaquín Terán.