Diez años para salvar a la agricultura familiar
La agricultura familiar está en peligro. Los expertos coinciden en que el modelo de producción de alimentos en el que varias generaciones gestionan sus propias tierras con su propio esfuerzo como fuente principal de trabajo puede tener los días contados.
La agricultura y la ganadería podrían no ser una excepción a un proceso que tiene precedentes. A lo largo de la historia, hemos visto desaparecer los pequeños telares en beneficio de enormes industrias textiles, los pequeños talleres o incluso los pequeños comercios, expulsados del centro de las ciudades por el encarecimiento del suelo de uso comercial. ¿Veremos desaparecer a los agricultores familiares?
La distribución de la propiedad de la tierra marca la vida de un país
La historia de España es un buen reflejo de cómo la propiedad y el uso de la tierra marcan el devenir de un país. Desamortizaciones o reformas agrarias fueron medidas políticas de enorme relevancia todas ellas orientadas –en teoría- a mejorar la productividad y el reparto del suelo destinado a producir alimentos.
Hoy, muchos años después de estos procesos, analizar la importancia y evolución de la agricultura y ganadería familiares es muy difícil. Ni la Unión Europea ni el Gobierno español, por citar un caso, dan cifras oficiales al respecto. Sin embargo, sí sabemos que el tamaño de las explotaciones sigue aumentando (1,6% más grandes en 2016 que en 2013, según el INE). Y es lógico, la escasa rentabilidad obliga a trabajar más hectáreas o tener más animales para que salgan las cuentas.
Pero… ¿qué es la agricultura familiar?
La definición de agricultura familiar no puede ser sólo económica, sino socioeconómica y cultural, explican desde UPA, organización que representa más activamente este modelo de producción en España y que participará a partir de mañana en el lanzamiento del Decenio de la Agricultura Familiar en Roma.
Para UPA, este reconocimiento mundial debe servir para hacer ver a la sociedad y a los Gobiernos que la agricultura y ganadería familiar es el modelo de producción de alimentos “más lógico y más sostenible. El que asegura la producción alimentos de la mayor calidad a un precio razonable, y el que mejor lucha contra el despoblamiento. Sin embargo, estamos en grave peligro de extinción”, han señalado desde UPA.
“Los agricultores y ganaderos de carácter familiar somos los que más peligro corremos por cuestiones como la falta de precios justos en origen, por las guerras comerciales –sólo hay que ver casos como el del veto ruso, o los aranceles de Trump a las aceitunas negras- o el cambio climático”, explican.
“Tenemos esperanzas”, reconocen desde esta organización, en que el Decenio se avance en el reconocimiento y el respeto a los productores de alimentos. Países como Portugal ya están dando pasos para proteger y fomentar este modelo.
Su objetivo es lógico pero no exento de peligros: seguir trabajando sus tierras, obteniendo por ellas una rentabilidad que les permita seguir viviendo en sus pueblos y legar a sus hijos su recurso más preciado: su tierra.