Una mujer en su patio contempla la calle de su pueblo en la provincia de Soria. Autor: Joaquín Terán.

¿Cómo afrontamos la desescalada? Tu mejor aliado eres tú mismo

El confinamiento ha dejado sus efectos en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Ahora que empezamos a vislumbrar la salida, conviene afrontar este proceso con esperanza y optimismo.
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Aproximadamente hemos estado siete semanas en casa, hemos tenido días nublados, visto tormentas, pasado horas frente al televisor, escuchado y leído noticias que llevaban consigo un “madre mía”. Hemos improvisado recetas, ordenado armarios, visto películas, dormido de más y dormido de menos. Hecho llamadas donde la despedida era un “cuídate y no salgas de casa”. Y seguro que hemos visto fotos antiguas, del verano pasado, de ese día donde nos reunimos a comer al sol; algo que ahora, y de momento, hacemos y debemos hacer en el salón, con la tele de fondo.

Sin embargo, la ventana tiene la persiana subida y de vez en cuando está bien que la abramos, que nos asomemos y escuchemos. A los pájaros, al camión que repone en el supermercado de en frente, o a la vecina de al lado, que hoy va a cocinar lentejas. Y es que es ahora el momento de hacerlo, de quitarle el volumen al telediario y dárselo a nuestras necesidades.

Esta etapa está siendo extraña, diferente, fría… y no debemos mantenernos al margen. Tenemos que estar informados, leer, de forma cauta y con criterio. Pero tampoco podemos dejar que esto nos haga desesperar . Cuando debamos hacer frente a un problema, tenemos que analizar qué podemos hacer nosotros, y poner solución. En este caso, seguir las recomendaciones sanitarias y dejar que el tiempo ponga orden. Pues poco podemos hacer desde la preocupación y la rumiación, ya que hay aspectos de esta situación que irremediablemente no dependen de nosotros . Por esto mantenernos activos durante el día, ocupando nuestra mente con diferentes tareas, nos puede salvar de esta constante sensación de incertidumbre.

Estaría bien fijarnos un horario. Tener en mente, o por escrito, diferentes tareas que nos gustaría realizar a lo largo del día. Esto permite, no sólo que al llegar la noche tengamos sensación de haber cumplido con unos propósitos claros, sino que también nos hace levantar con objetivos, y no deambular por la casa de un lado a otro, sin ninguna motivación y con muchas ideas más negativas que positivas.

Algo a lo que también deberíamos dedicar un tiempo es a la actividad física, realizar un poco de deporte puede traer multitud de beneficios. El deporte en sí mismo mantiene a raya problemas fisiológicos. Reduce tensión arterial, la probabilidad de desarrollar diabetes, fortalece huesos, músculos… y psicológicamente también puede ser una útil herramienta. No sólo puede aumentar nuestra autoestima, sino que mejora nuestro estado de ánimo.

Además, en la medida en la que podamos deberíamos aprovechar toda la luz solar que nos sea posible. El sol es fuente de vitamina D, necesaria para poder sintetizar la vitamina D, que entre otras cosas nos permite absorber de forma eficaz el hierro o el calcio. Podríamos optar por salir a dar un paseo, en los horarios establecidos, o aprovechar que en los pueblos ya tenemos un poquito más de libertad en ese sentido, y respirar un poco de aire, manteniendo las distancias de seguridad permitidas. Ahora que ya está permitido, acudir a trabajar el huerto, o cuidar de nuestras plantas son también actividades muy recomendables.

En el caso de no poder, siempre es viable abrir la ventana y/o puerta dejando que el sol haga su trabajo. Cierra los ojos, toma un poco de aire, y da las gracias por algo, cualquier cosa, por pequeña que sea, todos tener algo por lo que estar agradecidos. Es el momento de pensar en nosotros. Realmente respetar los horarios, el confinamiento, es “curarnos en salud”, es prevención.

Un mensaje debe quedar claro, y me gustaría subrayar. Respétate, escúchate, y siente. Permítete tener días más tristes o días en los que no te apetezca realizar el deporte recomendado. Días en donde no cumplas con los objetivos que has marcado, o simplemente días en los que no haya salido el sol y no puedas pasar diez minutos en tu ventana. Es posible que tengas conversaciones negativas o sensación de no saber. Pero mañana será otro día y desde luego “esto también pasará”.

Paula Bravo García es graduada en psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.

Foto: Una mujer en su patio contempla la calle de su pueblo, Villar del Río, en la provincia de Soria. Autor: Joaquín Terán.

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