Construcción megalítica de la cultura talayótica en la isla de Menorca, uno de los lugares donde más se perfeccionaron las construcciones de piedra seca.

Piedra seca, el mejor refugio para todo tipo de animales

En las paredes de piedra seca, muchas de ellas centenarias, se refugian multitud de mamíferos, reptiles y aves. Crece también al resguardo la vegetación.
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Hace algunos años, cuando hablabas con algún vecino del pueblo que tenía ovejas o había sido un pequeño ganadero o pastor, casi siempre derivaba la conversación en lo listo que era el perro carea sin ninguna raza determinada que pastoreaba con él. Y casi siempre destacaba las virtudes de su chucho, más como cazador que como ovejero. Y de forma especial de lo bueno que era para “marcar” el conejo en las paredes de corrales y de chozas abandonadas construidas a piedra seca. Es decir, sin utilizar ninguna argamasa para fijar su unión, que en teoría hace más resistente la pared. Basta con andar por el campo por zona de corrales para ver numerosos portillos en las paredes de estos, que al no ser ya utilizados el pastor o el cazador sin escopeta no ha tenido ningún inconveniente en quitar piedra a piedra del punto que le señala el perro hasta atrapar el conejo.

La técnica de construcción de piedra seca, considerada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, es muy frecuente en tierras menorquinas, pero también lo es en muchas zonas de montaña con el fin construir chozas y corrales para guardar el ganado. También ha sido muy utilizada para fijar las terrazas como contención de numerosos viñedos sembrados en laderas de grandes lomas en zonas más templadas.

Aunque a simple vista parece una técnica sencilla, lo cierto es que hay que tener bastante destreza a la hora de construir una pared, y más si en lugar de ser piedras enlosadas son redondas, conocidas como bolos. En este último caso el capataz de la obra ha de ser un auténtico maestro. He visto paredes sorprendentemente rectas sin una piedra que sobresalga, construidas a base de pedruscos orondos que todavía no me explico cómo llegaron a ser hechas. Y lo bueno es que siguen con su diseño original sin enseñar ninguna panza y con pinta de durar toda la vida.

Sin ir más lejos, mi abuelo, maestro albañil, construyó hace muchos, muchos años un corral más grande que medio campo de fútbol en un paraje conocido por El Llanillo (Aragoncillo) con piedra de bolos que en algunos sitios la pared mide más de tres metros de altura. Y solo tienen tres o cuatro aberturas causadas por el ganado cabrío al intentar saltar el muro por las zonas menos altas.

La técnica, en apariencia sencilla, consiste en cavar un cimiento no muy profundo e ir colocando las piedras más grandes en la parte baja. Y si la pared es a dos caras, los huecos que queda entre una y otra se rellenan de ripios, al igual que algún agujero que quede entre las que no casen a gusto del maestro.

En las zonas de montaña también es frecuente ver un pequeño refugio, en general evitando el norte, para que se resguardaran aquellas personas que andaban por el campo como pastores y agricultores, de las ventiscas de invierno, algarazos de primavera y tormentas de verano. Y como algunos se mantienen perfectos todavía me han servido alguna vez para guarecerme de algún chaparrón.

Refugio de numerosa fauna

Además de la extraordinaria belleza que proporcionan al paisaje; pues aquellos corrales han sido conquistados en la actualidad por aliagas, endrinos, majuelos, sabinas, melojos, entre otras especies vegetales, la fauna ha sido la más beneficiada al no tener en la actualidad y desde hace ya varios años ninguna presión humana. De esta manera, los huecos de las paredes sirven de refugio a la letal e hiperactiva comadreja que no deja ni un ratón o nido vivo que pueda alcanzar en su territorio de campeo. También la garduña es una visitante habitual de los cercados en donde se acomoda y descansa durante el día para salir de caza por la noche. Con menos frecuencia son vecinos de los mustélidos antes citados el gato montés y la zorra. Los primeros suelen estar en lugares menos accesibles y más escondidos por el matorral, pero sus excrementos delatan su presencia. Y como algunos están tan tupidos de vegetación que es imposible entrar al ser humano, suelen refugiarse animales de mayor tamaño como el ciervo, jabalí y corzo.

Por supuesto, la piedra seca es un excelente cobijo de roedores y reptiles. El lirón careto, más amante de los huecos de los árboles, es fácil encontrarlo. Y reptiles como la largartija, el precioso lagarto ocelado y la víbora común y la hocicuda, son muy comunes en los corralizados asentados en las solanas. Algunos pastores me contaban que cuando en ocasiones ladraba el perro en una zona concreta de piedras o bien era un lagarto o una víbora, pues la ladra de su can se diferenciaba bastante de cuando “marcaba” un conejo. Por esta zona solariega. En contadas veces he visto un águila culebrera con una víbora entre sus garras volando hacia el nido ara alimentar a sus polluelos

Los más beneficiados de este tipo de construcción que tan bien armoniza con el paisaje son los pajarillos que los utilizan para anidar. Los que más buscan la piedra seca son la collalba gris, colirrojo tizón, herrerillo común, estornino, abubilla y gorrión chillón, entre otros habitantes que seguro aprecian mejor que nosotros la belleza de las piedras musgosas y la fortaleza de las calizas como refugio.

Nuevas construcciones

Desconozco si los dueños de chozas y corrales pueden utilizar las piedras para construcciones nuevas en los pueblos, pero lo cierto es que todavía se siguen utilizando de diferentes maneras. Algunas talladas en parte, otras llagueadas entre si y las menos, imitando a la pared rústica, seca, fijándolas solo por dentro con cemento y arena. Y sí comento que no sé si las pueden desmontar es porque a los agricultores, por ejemplo, les está prohibido retirar los majanos que ellos mismos han venido haciendo año tras año al sacar las piedras de los sembrados.

Bien para poner linde a los huertos, bien para sujetar terraplenes o para guardar el ganado, las construcciones de piedra seca deberían convertirse en algo intocable para dueños y extraños si no es estrictamente necesario por la gran labor que realizan mejorando o al menos manteniendo nuestra biodiversidad.

Foto descatacada: Construcción megalítica de la cultura talayótica en la isla de Menorca, uno de los lugares donde más se perfeccionaron las construcciones de piedra seca.

1 comment

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  2. Eduardo Moyano Estrada 9 mayo, 2021 at 09:04 Responder

    Genial como siempre, Jenaro. Un homenaje a tu abuelo albañil y contructor de muros de piedra seca. Un abrazo.

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