Rayo (CC)

Piedra de rayo | Microrrelato

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1945


A Emilio Barco

Siendo niño, paseaba Gerardo una tarde de verano con su abuelo entre olivos centenarios mientras calmaba la sed con una tajada de melón preñada de jugo. Gonzalo, un viejo campesino, cogió del suelo una pequeña piedra, brillante y pulida como los cantos rodados del río. Se la dio y le dijo con ternura que los campesinos suelen apretarla con toda su fuerza cuando hay tormenta para evitar que caiga algún rayo por los alrededores. “Guarda, mi niño, la piedra de rayo”, y añadió, “da buena suerte ante la desventura”. Algunos meses después, a principios de noviembre, su padre tuvo un grave infarto de miocardio, y se debatía entre la vida y la muerte. Escondido detrás de uno de los grandes sillones del salón de la casa, Gerardo apretó con toda su fuerza la pequeña piedra de rayo que siempre guardaba en el bolsillo de su pantalón. Al poco rato, vio entrar al abuelo Eladio y arrodillarse ante la imagen del Señor de la Humildad y Paciencia. Con lágrimas en los ojos, le pidió que salvara a su hijo, aún joven, a cambio de la vida de un viejo como él. Gerardo contempló sobrecogido la escena. En marzo, mientras su padre se hallaba ingresado en un hospital recuperándose de la enfermedad, el abuelo murió una mañana de forma repentina de un derrame cerebral. A pesar de tener sólo diez años, Gerardo tuvo que ir al entierro en representación de su padre. Llovía y se veían relámpagos en el cielo. Pero no tuvo miedo, ya que apretaba con fuerza la piedra de rayo que llevaba en el bolsillo. Desde entonces, nunca se separó de ella y siempre la tenía cerca por si la necesitaba ante alguna desventura. Cincuenta años después, volvió a coger la pequeña piedra para frenar la furia de un rayo que amenazaba con descargar su fuego de muerte sobre la familia. Logró que el rayo se desviara, y la paz regresó a su vida.

2 comments

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  2. Emilio Barco 16 julio, 2020 at 14:11

    Gracias amigo.
    Sabes que en La Rioja y por empeño de mi amigo Carlos Muntión se publica la revista Piedra de Rayo, una joya sobre cultura popular que tiene ya 20 años de vida y sin más apoyo que el de los subscriptores y escritores y que ha resistido todo tipo de acosos desde poderes varios. En su número 2 publicado en diciembre del año 2000 escribe Carlos lo que un pastor le contó en una cueva en la que se refugiaron una tarde de tormenta: «Mi padre me tenía dicho que el rayo es como una chispa de fuego que lleva en la punta una piedra, parecida a las hachas, que está bien afilada. Es esa piedra la que hace el daño, la que abre un árbol por la mitad, la que destroza la chimenea de una casa, la que puede caer sobre una persona haciéndole un agujero desde la cabeza a los pies, como pudo ver él en el velatorio del pastor de Canales a quien mató el rayo hace ya bastantes años. Cuando el rayo cae, si no ha hecho ningún daño, con la fuerza que trae, la piedra que lleva en su punta se entierra en el suelo siete metros. Eso es cosa fija. Luego, cada año, la piedra va ascendiendo hacia la superficie hasta que, el séptimo año, ya puedes verla. Si tienes la suerte de encontrar una, ya no tienes que temer al rayo, porque esa piedra te protegerá siempre que la lleves encima». En mi tierra quien encontraba una piedra de rayo la ponía bajo una teja en el tejado para proteger la casa. Yo tengo una, y por mucho que se lo digo a mi aseguradora no me hace rebaja en la póliza. Es lo que tienen estas modernas empresas que creen en el marketing y pasan de las tradiciones.
    Un beso
    Emilio
    Postdata: ahora en mis paseos por el campo fotografio, y también cojo alguna, piedras corazón. Hay muchas. Solo hay que mirar para verlas.

  3. Eduardo Moyano Entrada 18 julio, 2020 at 07:01

    Gracias Emilio por tu comentario. Te he dedicado el microrrelato porque fuiste tú quien me habló por primera vez de la piedra de rayo y me publicaste un artículo sobre relojes de sol en la revista riojana. Un abrazo.

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