Portada de Butcher's Crossing

Lecturas de verano (2): Butcher’s Crossing

Butcher’s Crossing es una novela con un fuerte sabor rural, pero también es un cruce de caminos, una épica aventura con un final no tan inesperado. Eduardo Moyano Estrada recomienda una nueva lectura de verano.
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Butcher’s crossing
John Williams. Edit. Lumen

El novelista americano John Edward Williams es un escritor nacido en Texas, muy conocido por sus novelas “Stoner” y “August”, publicadas en los años 1960 y reeditadas hace unos años con gran éxito. Además de esas dos novelas, escribió “Butcher’s Crossing”, de eminente sabor rural, que he elegido como lectura de verano.

Su título hace referencia al nombre del pueblucho adonde llega en los años 1870 el joven Andrews, procedente de Boston, tras finalizar sus estudios superiores en Harvard. Aconsejado por su padre (pastor protestante), se va a lo que aún entonces (final del siglo XIX) se consideraba el salvaje Oeste. Emprende así un viaje iniciático en el rural profundo, huyendo de un mundo urbano que le aprisiona y del que quiere liberarse para encontrarse a sí mismo.

Butcher's Crossing, de John Williams, editada por Lumen.
Butcher’s Crossing, de John Williams, editada por Lumen.

Butcher’s Crossing es un cruce de caminos, donde se dan cita cazadores y comerciantes de pieles de búfalo (bisonte americano). Atraído por su afán de aventuras, Andrews intenta integrarse en alguna partida de caza para conocer y vivir directamente el medio natural y salvaje de la región. Para disuadirle, el viejo MacDonald, un experimentado comerciante que conoce bien la dureza de la vida en la naturaleza hostil y salvaje, le ofrece trabajo en su comercio de pieles, pero Andrews no acepta, ya que lo que él desea es el riesgo y la aventura.

Coloca todos sus ahorros en el proyecto quimérico que le ofrece un tal Miller, veterano cazador que sueña con regresar a un amplio valle en la región de Colorado, donde vio hacía años inmensas manadas de búfalos y donde cree poder hacer un extraordinario negocio cazando y vendiéndole luego las pieles al viejo MacDonald al regreso de su viaje. Se une al grupo, Charles Hogan, un viejo y alcoholizado conductor de carros, y Schneider, un alemán desconfiado y huraño, pero bien valorado por su habilidad desollando las pieles de los búfalos.

Emprenden una épica aventura atravesando bosques, ríos y montañas, descrita por el narrador con una extraordinaria sensibilidad. Después de muchas penalidades, llegan al valle soñado por el cazador Miller, donde efectivamente había una enorme manada de búfalos, listos para ser cazados.

Durante varias semanas se dedican a una cacería inmisericorde, que llega a convertirse en una auténtica droga. La codicia hace que el invierno se les eche encima, hasta el punto de que tienen que construir un refugio y permanecer allí varios meses hasta la llegada de la primavera. Parten eufóricos del valle, con el carro tan lleno de pacas de pieles de bisonte, que tienen que dejar sin recoger cientos de ellas por no disponer de capacidad para transportarlas.

Justo al año de su salida de Butcher’s Crossing, regresan al pueblo después de haber experimentado el duro transcurrir de un ciclo natural, pero con la esperanza de poder regresar al valle a recoger las pacas de pieles que habían dejado desparramadas en el valle. Sin embargo, diversas circunstancias adversas hacen que la aventura acabe en un fracaso.

Todo el esfuerzo ha sido en vano. La vida acaba en nada. Sólo queda la experiencia de vivirla. Eso es lo que le ha significado al joven Andrews su viaje a Butcher’s Crossing y su aventura con los cazadores de bisontes.

Regresa a Boston más curtido y maduro que cuando llegó, más consciente de la dureza del medio rural, de la vida guiada por la naturaleza salvaje. Un orden natural que impone sus leyes a quienes creen tener el poder de controlarla, pero que no tienen más remedio que claudicar ante ella.

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