Nido de golondrinas. Autor: mujik estepario. Creative commons

La fuerza del instinto maternal de los animales

Acabo de descubrir que las golondrinas se vuelven muy agresivas con los predadores intrusos cuando tienen polluelos. Pero hay muchas más aves y mamíferos que defienden a muerte a sus crías. Y los tenemos muy cerca.
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Sobre el instinto maternal de numerosas especies se ha escrito mucha literatura, destacando algunas en el cuidado extremo de sus crías como el elefante africano, oso pardo, guepardo… Pero lo que no me había imaginado nunca es que las golondrinas comunes entraban también en este grupo de mamás celosas y agresivas cuando presienten que sus crías pueden estar en peligro. Tal comportamiento lo he descubierto este año en el pequeño patio de la casa del pueblo, donde por segundo año han vuelto a anidar tan preciosos pajarillos.

Esta primavera han fabricado un nido nuevo a escasos tres metros del viejo, aunque menos expuesto a los ojos de los humanos y de los posibles predadores. Y como el tiempo ha venido con bastante lluvia lo hicieron en un abrir y cerrar de ojos aportando en el pico tozos de barro blando mezclado con alguna paja para darle mayor consistencia. Algo así como la técnica que utilizaban nuestros antepasados pata fabricar los adobes.

Pues “Pinta” y “Pinto”, que así he bautizado a la pareja de golondrinas, han estado a lo suyo hasta que los pequeños rompieron el cascarón y descubrieron la nueva vida. Desde este momento, han hecho la estancia imposible a tres gatos medio asilvestrados que vienen por casa. Dos machos, uno blanco y negro y otro gris que llamamos el ruso que destacan por los sosos que son. No he visto gatos más parados y torpes.

Sin embargo, la hembra es una bendición, cariñosa, lista y mucho más independiente que los machos que lo único que saben hacer es comer pienso y solazarse.

Pues bien, como decía, en especial “Pinta” se lanza hacia los gatos como una kamikaze volando muy cerca de ellos con intención de expulsarlos; e insiste e insiste hasta que salen del patio. Y lo que temo es que algún día les den un zarpazo alguno de los felinos y adiós. Sus ataques los combinan con unos gorjeos molestos y chirriantes a nuestro oído, e imagino mucho más molestos para los gatos por su fina y proverbial audición. Yo estoy más tranquilo, pero mi mujer se pone muy nerviosa y cuando escucha la algarabía de las golondrinas sale al patio a echar a los gatos fuera. Incluso cuando pasa cerca de casa un animal o persona que las golondrinas no conocen emiten un clásico sonido de alerta para avisarnos de los “invasores”.

Semejante actitud la había observado en numerosas ocasiones cuando pasa una zorra u otro predador cerca de un nido de urracas o también cuando estos córvidos detectan por el lugar un ave de presa. El vocerío que montan los córvidos y su cacareo se hace insoportable y rompe la paz en el monte. La diferencia entre las urracas y las golondrinas es que las primeras se buscan un buen número de amistades y hacen equipo para atacar y espantar en grupo.

Cerca de casa

Como hemos visto, no hace falta visitar las impresionantes planicies del Serengueti, con sus guepardos y elefantes, ni los hielos del Ártico, auténtico reino de los osos polares, para apreciar, valorar y observar la fuerza en las entrañas del instinto maternal.

Las conejas, por ejemplo, no crían en las conocidas madrigueras de estos roedores, pues los pequeños pueden ser pateados por la marabunta de “colegas” que se esconden en las galerías.

Cuando les va a venir el parto se retiran a un sitio tranquilo y construyen un cubil de unos 50 centímetros de largo con una pequeña “chimenea” para que los pequeños respiren. La cama que les prepara a los pequeñines es sensacional, pues se quita a mordiscos pelos de su vientre para que no pasen frío, los gazapos nacen sin pelo -parecen trozos de ‘chichillas’ coloradas- y cuando mamá coneja sale a comer por los alrededores tapa la boca de su madriguera para que los depredadores no descubran su camada que suele ser abundante.

Es curioso, pero a la hora de darle de mamar a la prole, las mamás mamíferas poseen un preciso e infalible reloj biológico. Me contaba un viejo cazador de los que buscaban en el campo el sustento para la familia, que tenía una perra con una afición enorme a la caza. Y que cuando lo veía coger la escopeta no dudaba en salir con él al campo, aunque estuviese criando algún cachorro. Pero llegado el momento de que la perra consideraba que tenía que amamantar a sus cachorros por mucho que la llamaba su dueño se volvía a casa a acurrucar y mimar a su insaciable prole. También en esta época la perra se ponía más agresiva con la gente desconocida que venía a su casa.

Recientemente, no recuerdo dónde, he visto cómo alguien manejaba un dron sobre un trigal todavía verde y lo acercaba a dos jabalíes adultos encamados, uno con rayones amamantándolos, crías pequeñas, y el otro no. Pues bien, el que no tiene cachorros sale como un rayo del lugar ante el zumbido del aparato, mientras que la otra jabalí se mantiene inmóvil mientras los pequeños no dejan de estrujarle las mamas. Si se hubiera espantado como su compañera se hubiera producido un caos para la jabalí y sus pequeños. De manera que aguanta estoicamente el desagradable ruido del aparato en beneficio de sus mamoncetes rayones

Además, no recomiendo a nadie el intento de hacerse con una cría de jabalí o bien no sujetar el perro cuando en un paseo por el campo se tropieza con una “gorrina” con pequeños y el perro intenta jugar con ellos. Mejor alejarse lo antes posible.

Hacerse el herido

Creo que fue en este periódico con motivo de los tres capítulos que dedicábamos a la extraordinaria perdiz roja, donde contaba cómo reaccionaba la hembra de perdiz cuando era sorprendida con su pollada que todavía no puede levantar el vuelo. Pues sale volando simulando que tiene un ala dañada para que intentes cogerla y de esa manera te va alejando poco a poco de sus polluelos. Son vuelos cortos para que te creas que de verdad está herida. Y ya comenté que lo mejor es quedarse quieto pues si se sale corriendo o andando hacia la perdiz se corre el peligro de pisar algún vivaracho perdigón. En este caso el macho de perdiz también colabora en ocasiones emprendiendo el vuelo cerca del peligro, y arriesgando su vida.

Su prima hermana la codorniz no se hace la dolida, pero cuando tiene crías realiza vuelos cortísimos con el mismo fin: el de despistar a los que están muy cerca de sus polluelos de color amarillento

Los estudiosos del comportamiento animal saben que entre las aves se acentúa bastante más el instinto paternal que entre los mamíferos. Muchos machos de aves, además de conseguir alimento para las crías, ayudan a incubar los huevos, y cuando se emancipan siguen doctorándolas para la vida a la que se van a enfrentar.

Otra ave que gasta pocas bromas cuando los ornitólogos se acercan al nido para tomar datos del estado de sus crías es el águila real. Conocen a la perfección que tal maniobra la han de hacer en tiempo récord, pues una pasada de la potentísima fuerza de las garras de la rapaz por el cuerpo humano lo dejaría bastante herido. No siempre, pero en ocasiones se lanzan en picado hacia el objetivo humano que está irrumpiendo sin permiso en su zona de nidada.

Recuerdo también cuando era pequeño la agresividad de las mansas y bobonas gallinas cuando tenían pollos. Si uno de nosotros intentaba coger alguno la gallina se lanzaba como una fiera hacia ti y los picotazos les aseguro que hacían daño.

Aunque también existen otras formas menos violentas de expulsarte de la parcela de cría y de los polluelos. Este es el caso del ruiseñor común que emite un silbido seguido de una especie de ronquido profundo que asusta al principio y que va a más conforme nos acercamos a sus polluelos.

Cada dueño de una perra que haya tenido descendencia al igual que los ganaderos de cabras, ovejas, vacas y cría caballar seguro que podrían contar miles de historias de la protección de las madres a sus pequeños, llevándolas en ocasiones hasta la muerte.

A LA UMBRÍA. Me llaman de Televisión Española a Aragoncillo (Guadalajara) por un asunto que no voy a adelantar y resulta que no tengo en casa cobertura y eso que acabo de contratar con Movistar dos líneas móviles. Así que tengo que salir a la calle para poder hablar. Lo curioso es que tengo menos señal que el año pasado que era de otra operadora.

A LA SOLANA. Por fin Telefónica ha instalado la fibra óptica en Aragoncillo, aunque no ha sido por un deseo de la compañía de mejora de prestación de servicio. Se ha visto obligada porque ya estaba comprometida a tal efecto. En principio no es mal precio, aunque caro, pero ya ha “amenazado” con subirlo el doble más o menos en seis meses

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