El meloncillo, el problema de los ganaderos del que nadie habla

Una de las dificultades que ponen en jaque a la ganadería extensiva son los ataques de fauna salvaje, como los lobos, o el meloncillo.
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Un ejemplar de meloncillo. Autora: Anna Liflyand. Wikipedia.

Desde hace varias semanas está de actualidad la cuestión del lobo y su convivencia con la ganadería, debido a la propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de dejar de considerar a esta especie como cinegética. Pero hay otro animal que también causa estragos en las explotaciones ganaderas españolas y del que prácticamente nadie habla. Se trata del meloncillo o mangosta común.

Este pequeño mamífero de color pardo cuenta con una silueta alargada de alrededor de un metro de longitud incluyendo la cola, y su peso que está entre 2 y 4 kg. Se trata de una especie originaria de África que actualmente está extendida por amplias zonas de la Península Ibérica.

Según restos arqueológicos hallados en España y Portugal, habría sido introducido en la Península durante la conquista árabe. Sin embargo, otras teorías defienden que llegó en el siglo VII a.C. cuando los barcos comenzaron a cruzar el estrecho de Gibraltar de manera más periódica.

La dieta del meloncillo

La dieta de estos animales incluye desde pequeños mamíferos como conejos y perdices, hasta insectos, aves o reptiles. Sin embargo, se le considera un depredador oportunista que consume las presas más abundantes y disponibles, por lo que no es raro que se produzcan ataques de meloncillos en explotaciones ganaderas, siendo sus víctimas preferidas animales como terneros y ovejas.

A pesar de que haya gente que pone en duda que animales relativamente pequeños como el meloncillo acaben con la vida de otros mucho mayores, esto es un hecho probado y certificado en informes de agentes de Medio Ambiente.

En ocasiones, los animales no mueren en el ataque propiamente dicho, sino que lo hacen posteriormente a consecuencia del dolor y las heridas que les causan las mordidas de los meloncillos, que se comen a su víctima aún con vida. En el caso del ganado bovino, la mayoría de los ataques se producen contra terneros pequeños y también contra estos y sus madres en el momento del parto, cuando las vacas, débiles, no pueden defenderse de la alimaña. En estas ocasiones suelen comer la lengua, el morro y las pezuñas en el caso de los becerros, y las ubres y cuartos traseros en el caso de las vacas, causando heridas mortales o que obligan a sacrificar al animal.

Hasta hace dos o tres décadas la presencia del meloncillo se limitaba a determinadas zonas de la mitad sur peninsular, pero durante los últimos años se ha confirmado su presencia en diferentes áreas de la Comunidad de Madrid, Salamanca, Albacete o Valladolid.

Este incremento de ejemplares, según diversos estudios, puede haberse producido como consecuencia del cambio climático, ya que el incremento de las temperaturas de estos territorios ha asemejado el clima al del sur peninsular.

Oleada de ataques en la provincia salmantina

En los últimos tiempos el meloncillo se ha dejado notar en varios municipios de Salamanca, matando vacas y terneros en localidades como Santibáñez de Béjar, Valdelacasa o San Esteban de la Sierra. Los afectados muestran su malestar y preocupación por este incremento de ataques que, acompañados de la inexistencia de indemnizaciones por parte de la Administración, suponen otro obstáculo para el desarrollo de la ya de por sí maltratada labor ganadera.

Un ternero atacado por un meloncillo.
Un ternero atacado por un meloncillo.

Según estos profesionales, los meloncillos normalmente atacan en grupo y aunque no siempre matan a las vacas y terneros, o acaban muriendo en las horas posteriores como consecuencia del ataque, o tienen que ser sacrificados por los graves daños y la imposibilidad de criar.

También reivindican la necesidad de controlar el avance de esta especie que, sin un depredador natural y protegida frente a la caza, se está expandiendo cada vez por más zonas del país.

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